Salvar al mar de los plásticos

Diversos convenios incluyen medidas para mitigar el efecto del plástico en los océanos

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El año pasado fue ratificado el Protocolo relativo a la contaminación procedente de fuentes y actividades terrestres del convenio para la protección y el desarrollo marino de la región del gran Caribe, instrumento internacional de gran relevancia para hacer frente a uno de los desafíos más grandes: lograr la sostenibilidad de los océanos y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos que estos prestan.

El convenio obliga a adoptar medidas adecuadas para prevenir, reducir y controlar la contaminación procedente de fuentes y actividades terrestres, incluidos los residuos sólidos y vertidos puntuales y no puntuales, utilizando los medios más prácticos a disposición.

Aunque existen numerosas actividades que en tierra ocasionan efecto en los mares –el caso del río Tárcoles lo ilustra muy bien– se ha prestado particular atención a las consecuencias del plástico sobre los ecosistemas marinos y las especies que estos albergan.

Organizaciones como Marviva han venido trabajando para concienciar sobre este problema y para generar respuestas de las instituciones responsables sobre el manejo de los residuos y de todos nosotros que, finalmente, somos generadores de la basura que llega al mar.

Asimismo, en los últimos años se han producido numerosos estudios y declaraciones sobre los efectos negativos del plástico en los ecosistemas marinos, los cuales llaman a la adopción de diversas medidas para mejorar la gestión integral del citado residuo y minimizar sus consecuencias sobre el ambiente. Entre las declaraciones y los informes –sin ser exhaustivo– es posible identificar los siguientes:

Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, objetivo 14: “Conservar y utilizar en forma sostenible los mares, océanos y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. Una de las metas es, para el 2025, prevenir y reducir de manera significativa la contaminación marina de todo tipo, en particular la contaminación producida por actividades realizadas en tierra firme, incluidos los detritos marinos y la contaminación por nutrientes.

Metas de Aichi y el Plan Estratégico de Biodiversidad 2011-2020 (metas 3, 8 y 14). Diversas metas de Aichi se relacionan (de manera directa o indirecta) con la contaminación marina (incluida aquella que proviene del plástico).

La meta número 3 expresa que para el 2020, a más tardar, gobiernos, empresas e interesados directos de todos los niveles habrán adoptado medidas o habrán puesto en marcha planes e incentivos positivos para lograr la sostenibilidad en la producción o el consumo y habrán mantenido los efectos del uso de los recursos naturales dentro de los límites ecológicos seguros.

La meta 8 indica que para el 2020 se habrá llevado la contaminación, incluida aquella producida por exceso de nutrientes, a niveles que no resulten perjudiciales para el funcionamiento de los ecosistemas y la diversidad biológica.

Finalmente, la meta 14 establece que para el 2020 se habrán restaurado y salvaguardado los ecosistemas que proporcionan servicios esenciales, incluidos los servicios relacionados con el agua, y que contribuyen a la salud, los medios de vida y el bienestar, tomando en cuenta las necesidad de las mujeres, las comunidades indígenas y locales y los pobres y vulnerables.

En la puesta en funcionamiento de estas metas se ha abordado la contaminación marina, incluida la ocasionada por residuos sólidos provenientes de fuentes terrestres.

El Futuro que Queremos: El principal resultado de la Cumbre de Río+20 sobre desarrollo sostenible (llamado el Futuro que Queremos ) aborda el contenido de la agenda marina (párrafos del 158 al 177). En particular el párrafo 158 menciona la preocupación por la salud de los océanos y la diversidad marina negativamente afectada por la contaminación, incluidos los residuos plásticos.

Informe de la Comisión Nacional de los Océanos. El informe final del 2014 (titulado “Del declive a la recuperación: un plan de rescate para el océano mundial”), contempla una serie de propuestas, entre ellas, una asociada a cinco grandes objetivos. Uno de ellos es reducir en un 50% los residuos plásticos que entran en el medio marino y se menciona el uso de impuestos y restricciones a estos materiales como mecanismos para lograr lo propuesto.

Agenda de la segunda reunión de la Asamblea General Ambiental de las Naciones Unidas (UNEA 2). En su segunda sesión (mayo del 2016) adoptó resoluciones sobre la contaminación marina resultante de residuos.

Estas y otras declaraciones e iniciativas –como el Programa Global de Acción para la Protección del Ambiente Marino de Actividades Terrestres del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente– evidencian la problemática asociada a la inadecuada gestión de los residuos plásticos y sus efectos negativos en los ecosistemas, en particular los marinos, y piden a las naciones emprender medidas administrativas, legales y de política de diferente naturaleza para hacerle frente.

En este mes de junio, en el cual se celebra el Día Mundial del Ambiente y el Día de los Océanos, es momento de ejecutar acciones decididas que permitan avanzar en el cumplimiento de los compromisos internacionales y nacionales adquiridos por el país, a la luz del principio de internalización de costos o “quien contamina paga”, previsto en la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos.

El autor es abogado.