Salvar al ICE de las buenas intenciones

Antes que cualquier otra cosa, debe hacerse lo necesario para sacar al ICE de la bancarrota

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El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) enfrenta importantes amenazas en sus dos ejes de actividad, o sea, la generación eléctrica y las telecomunicaciones, como fruto de la evolución tecnológica.

Como respuesta a su crisis financiera, a algunos se les ha ocurrido ampliar su ámbito de acción, especializado en energía, telecomunicaciones e infocomunicaciones, para agregar uno más: diseñar, construir o supervisar la construcción de grandes obras públicas, como túneles, carreteras, autopistas y otras obras de ingeniería.

De esta forma, una de nuestras mejores instituciones, especializada en energía y telecomunicaciones, se convertiría en un ornitorrinco mezcla de ICE con Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) y un amplio etcétera de otras instituciones. Si alguien quería acabar con el ICE, esta idea es una excelente forma de hacerlo.

Salvar al ICE. Antes de poner al ICE a realizar, mediante contratación directa, labores para las que no fue creado ni está debidamente preparado, lo que debemos hacer es lo necesario para salvarlo de la bancarrota, amenazado como está por errores propios y competencia externa.

En el sector energía –además de que producirla con fuentes renovables nunca ha sido un negocio para hacer clavos de oro– la autogeneración para consumo propio mediante paneles solares en domicilios, empresas e instituciones puede poner al ICE y a otros generadores en aprietos. Un decreto que dificulta la generación para autoconsumo no será suficiente para salvar el sector.

En telecomunicaciones, la cuestión es aún más delicada: el celular acabó con la telefonía fija y la telefonía pública; aplicaciones gratuitas como Skype y WhatsApp golpearon la telefonía internacional y, más recientemente, la celular local, que no tenían competencia y eran fuente de pingües ingresos.

En materia de Internet, deficiente por lo demás, la simple conexión fija o móvil no es un gran negocio. En este ámbito, el ICE tiene hoy –ni mañana ni pasado– retos impostergables.

El único camino para sobrevivir es mejorando la conexión y producir y comercializar valor agregado sobre su propia red. Ese es el negocio presente y futuro sobre Internet, y aprender a hacerlo no es de hoy para mañana.

Si queremos ayudar al ICE, hemos de actuar para que, en energía, sobreviva al reto de la autogeneración solar –ya se están desarrollando los reservorios de energía para acumular lo que sobra del día para utilizarlo en la noche– y en telecomunicaciones pueda dar un paso de gigante para convertirse en una empresa de conexión y valor agregado sobre Internet.

ICE ornitorrinco. Si final y desgraciadamente prosperaran las ideas para convertir al ICE en un ornitorrinco que mezcle energía, telecomunicaciones, infocomunicaciones, caminos, túneles, puentes y rampas, es indispensable proteger a la empresa matriz de eventuales problemas financieros en que podría entrar la actividad de diseño, construcción y supervisión de obras públicas para terceros.

Es decir, se necesitaría crear una nueva empresa subsidiaria –aunque Racsa y la CNFL están en graves problemas– que se llame algo así como ICE Caminos, Túneles y Rampas S.A., con personería jurídica propia, con recursos humanos idóneos para ese cometido y que compita en igualdad de condiciones con las empresas privadas y cooperativas ya existentes.

De esta forma se protegería a la casa matriz de los problemas de esta subsidiaria y, por otra parte, se protege a los administrados de los abusos, sobre todo en precios, cuando los contratos entre empresas públicas se hacen sin concurso.

Así se evita la indeseable práctica del “fronteo” que consiste, como se sabe, en que una empresa pública contrata con otra empresa pública la prestación de un servicio o la realización de una obra que, finalmente, termina ejecutando un tercero privado previamente apalabrado.

De esta manera, el privado se gana el contrato sin someterse a concurso. Por cierto que sobre este asunto la Contraloría debería ser mucho más vigilante.

Son claras las buenas intenciones de quienes promueven que el ICE abandone su especialización y se meta en otros terrenos, pero por algo era que nuestros abuelos nos advertían que de buenas intenciones…

El autor es diputado del PUSC.