Salarios públicos, salarios privados

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¿Por qué en Costa Rica los salarios de los trabajadores del sector privado son, por lo general, mucho menores que los del sector público?

Responder debidamente a esta pregunta es una tarea compleja, en parte porque, hasta ahora, no se dispone de estudios históricos sistemáticos sobre los salarios costarricenses para largos períodos de tiempo.

La información al respecto que consigno en este artículo se basa en los salarios más bajos pagados a los trabajadores rurales (varones adultos) de la Meseta Central en el período 1880-1920; los salarios mínimos de dichos trabajadores entre 1933 y 1964; y el salario mínimo general correspondiente al período 1976-2015.

Por razones prácticas, me referiré a estos tres tipos de remuneraciones como el salario, y para comparar su valor en distintos períodos utilizaré como referencia dólares de 1970. Advierto, además, que los valores anteriores a 1915 son aproximados.

Deterioro. Entre 1830 y 1870, Costa Rica fue un país de salarios nominales crecientes, sobre todo en el sector privado. Tal situación fue posible, entre otros factores, porque la población total del país era pequeña, la demanda de mano de obra era alta (especialmente en las épocas de cosecha del café) y las familias campesinas tenían amplias posibilidades de colonizar tierras vírgenes, lo que disminuía la oferta de brazos.

Después de 1870, las condiciones que favorecían el incremento de los salarios empezaron a cambiar, debido al crecimiento demográfico, a los procesos de concentración de la propiedad de la tierra, especialmente en las actuales provincias de Guanacaste, Puntarenas y Limón, y a la proletarización de campesinos y artesanos.

Las luchas de los trabajadores urbanos y rurales por mejores condiciones laborales y de vida y por remuneraciones más altas condujeron, en ciertas ocupaciones, a alguna recuperación de los salarios a inicios del siglo XX. Sin embargo, la tendencia general fue al deterioro, un proceso agudizado por la crisis económica mundial de 1930.

Si en 1880 el salario mensual de un peón era de 72 dólares, en 1910 esa suma había disminuido a 55 dólares y, en el marco de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), bajó todavía más: a 45 dólares en 1915. En 1920, el salario se redujo a 22 dólares y, en 1933, a 20 dólares; empezó a recuperarse solo en 1935, cuando el gobierno de Ricardo Jiménez estableció una suma de 22 dólares como dotación mínima para los trabajadores rurales.

Reforma social. En la década de 1940, la recuperación se intensificó, en el contexto de la reforma social impulsada por el gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia y de la gestión de la Junta de Gobierno encabezada por José Figueres Ferrer (1948-1949). El salario mensual se elevó de 30 a 35 dólares entre 1940 y 1949. Más adelante, subió a 38 dólares en 1964, a 45 dólares en 1971, a 50 dólares en 1976 y a 57 dólares en 1980.

El alza posterior a 1950 fue propiciada por las nuevas políticas sociales llevadas a cabo por el Partido Liberación Nacional (PLN). Fue en esta nueva fase de crecimiento que se introdujo el pago del decimotercer mes (aguinaldo); además, entre las décadas de 1960 y 1970, la pobreza de redujo de más del 50 % a cerca del 25 % de los hogares costarricenses.

Con la crisis de 1980, el salario se volvió a deteriorar: en 1985, ascendía apenas a 38 dólares (el valor de 1964); en 1990, alcanzó los 40 dólares y en el año 2009 los 54 dólares, un valor inferior al de 1910 y al de 1980. De hecho, fue solo en el año 2013 que el salario (75 dólares) superó el nivel que tenía en 1880.

Desfases. La distribución de la riqueza en una sociedad no depende única y exclusivamente de factores de mercado, sino también y fundamentalmente del poder –económico, político, institucional y mediático– que tienen los grupos sociales que participan en la actividad económica. Por tanto, la distribución de costos y beneficios siempre es desigual.

Entre 1920 y 1935, el salario disminuyó un 9%, mientras que, en ese mismo período, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, según las estimaciones de Victor Bulmer-Thomas, se incrementó en un 2%. De 1940 a 1980, el salario aumentó en un 90%, pero el PIB per cápita lo hizo en un 190%.

Si entre 1980 y 1990 el salario se redujo en un 30%, el PIB per cápita (de acuerdo con los datos del Banco Mundial) disminuyó en un 27%. Ahora bien, si entre 1990 y el año 2013 el salario se elevó en un 88%, el PIB per cápita lo hizo en un 142%.

En pocas palabras: en tiempos de crisis, a unos les tocó asumir más costos que a otros, y en épocas de crecimiento, la bonanza se quedó más en unas manos que en otras.

Liderazgos. Hasta la guerra civil de 1948, el liderazgo en las reivindicaciones salariales y laborales le correspondió a los trabajadores del sector privado, que habían empezado a organizarse, primero en asociaciones y luego en sindicatos, desde la década de 1870.

Fue principalmente por la presión de los trabajadores del sector privado que el Estado costarricense empezó a aprobar diversas disposiciones de carácter laboral y salarial, un proceso que se reforzó a inicios del XX.

A diferencia del resto de Centroamérica, donde la crisis económica de 1930 favoreció el ascenso de dictaduras militares que reprimieron a los trabajadores, en Costa Rica la democracia sobrevivió y la crisis fue enfrentada con políticas similares a las del New Deal, puestas en práctica por el gobierno de F. D. Roosevelt en Estados Unidos.

Después del conflicto armado de 1948, y en el contexto del virulento anticomunismo asociado con la guerra fría, buena parte de los sindicatos existentes en el sector privado, mayoritariamente influidos o dominados por los comunistas, fueron disueltos. El liderazgo en las luchas salariales y laborales fue asumido, a partir del decenio de 1950, por las organizaciones de empleados públicos, muchas de ellas vinculadas con el PLN.

Diferencias. Una vez que el liderazgo sindical pasó de un sindicalismo de clase obrera, influido por los comunistas, a otro de clase media, identificado con el PLN, los empleados del sector público empezaron a mejorar significativamente sus condiciones laborales y salariales. A la vez, tendieron a desatenderse de la situación de los trabajadores del sector privado, cuyos sindicatos fueron debilitados adicionalmente por la crisis de los partidos de izquierda y la expansión del solidarismo durante la década de 1980.

Las diferencias salariales entre los trabajadores de ambos sectores, ya acentuadas entre 1950 y 1979, se atenuaron levemente en el decenio de 1980; pero la brecha se amplió de nuevo después de 1990.

De los diversos factores que contribuyeron a esa ampliación, dos fueron especialmente importantes: los cambios que experimentaron los pluses salariales en los dos últimos gobiernos del PLN (2006-2014) y el creciente acceso a la educación universitaria (principalmente a la privada). Esto último posibilitó que empleados ubicados en los tramos inferiores de la administración pública aumentaran sus sueldos con base en los estudios realizados o en los títulos obtenidos.

Pretender que la brecha referida se resuelva con base en reducir los salarios del sector público al nivel que tienen los del sector privado es una estrategia políticamente inviable y socialmente explosiva, máxime cuando es ampliamente reconocido que a una proporción considerable de trabajadores del sector privado ni siquiera se les paga el salario mínimo.

Sería más realista respaldar los esfuerzos que ya han empezado a hacer algunas instituciones públicas para reducir los pluses salariales, promover que se generalice el pago del salario mínimo en el sector privado, y definir metas alcanzables para hacer más progresivo el pago de los impuestos y controlar más eficientemente la evasión fiscal.

Iván Molina es historiador.