Roger Federer: ejemplo de coraje

Vivir requiere valentía y determinación, vencer el miedo y sobrellevar la frustración

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En una sociedad líquida y gaseosa, donde todo se quiere fácil, nos viene bien la fortaleza de quienes realmente trabajan. Quienes van en serio saben que los problemas no vienen resueltos ni existen soluciones mágicas.

Sencillamente, hay que esforzarse. Vivir requiere valentía y determinación, vencer el miedo y sobrellevar la frustración. Empezar una y mil veces. La vida demanda coraje.

Ernest Hemingway decía que el coraje es gracia en medio de la presión, lo que me lleva a pensar en el atleta y tenista Roger Federer, quien recientemente tomó una dura decisión: retirarse de las canchas.

Su gracia y atractivo nunca fueron improvisados. Deja su huella o, mejor dicho, su garra, en 20 grandes abiertos: Wimbledon, París, Australia y Estados Unidos. Fueron 1.526 partidos, 103 trofeos, 1.251 triunfos, 310 semanas como número uno.

Más allá de las cifras, me conmovieron dos de sus frases: “De todos los regalos que me ha dado el tenis, me quedo con la gente que he conocido” y “echaré mucho de menos este deporte, pero celebro que he dado todo lo que he tenido y el tenis me ha dado mucho más de lo que yo le he dado”. Definitivamente, la raíz de la verdadera grandeza reside en la humildad y el agradecimiento.

El coraje es un atrevimiento sano y consciente, que Aristóteles situó entre la temeridad y la cobardía. Su alumno Alejandro Magno, quien dormía con la Ilíada a su lado, recorrió 25.000 kilómetros de imposibles conquistas: Anatolia, Persia, Egipto, Asia central, la India.

Su admiración nunca fue pasiva. Una vida sin inspiración carece de sentido, carece de verdad. Cada uno es su biografía. Decía Pierre de Lamartine que el coraje es la elocuencia del carácter. Por el contrario, la cobardía aflige, paraliza, no resuelve ni enfrenta. Esquiva y elude. El cobarde es una persona desesperanzada, afirmó el estagirita.

“No hay educación ni humanismo sin la exaltación del esfuerzo”, manifestó el periodista español Eugenio d’Ors, quien sostenía que una enseñanza de calidad debe estar basada en los conceptos nucleares de esfuerzo, mérito y contenidos.

El deporte es una gran asignatura. Va en serio. Sirve para robustecer el carácter. “La frondosidad de un árbol viene de aquellas ramas que le fueron podadas a tiempo”, comparaba D’Ors. Pareciera que tenemos muchas ramas que podar en nuestro país para robustecerlo. Ramas que están muertas.

El itinerario profesional de Federer es una buena referencia para una nueva reforma educativa en valores humanos: la cultura del esfuerzo. Necesitamos fijarnos estándares altos y comprometernos con ellos. Lo que vale cuesta. La lucha es condición esencial del éxito y de algo más serio: la felicidad.

Las lágrimas son una manifestación de humanidad. Roger Federer y Rafael Nadal las compartieron. Revelan que un buen rival puede llegar a ser un buen amigo cuando existe respeto y admiración, algo que los líderes mundiales deberían aprender.

La esperanza es una tarea y nos impone un deber: construir el futuro. Aquellas lágrimas fueron para muchos de nosotros lágrimas de sobrecogimiento frente al asombro de haberlo dado todo, de haber compartido la gloria juntos. La vida no es una carrera profesional sino una trayectoria vital, que Roger Federer y Mirka Vavrinec dejan claro.

hf@eecr.net

La autora es administradora de negocios.