Reglamento en deuda

A las puertas del próximo primero de mayo, esperamos surja un anhelo de renovación

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La ciudadanía no debería apoyar a ningún precandidato o candidato a la presidencia de la República si este no contempla como una prioridad, en su plan de gobierno, el objetivo de llevar a cabo una reforma general del Reglamento de la Asamblea Legislativa. El no hacerlo sería ignorar uno de sus principales obstáculos.

Todo aspirante a la presidencia debe rechazar la lógica perversa y antidemocrática que impera en el Poder Legislativo. El procedimiento ha sustituido la lucha por la construcción de mayorías por el consenso. Basta con que una minoría se oponga para bloquear toda idea contraria a sus creencias y propósitos.

A algunos esto les resulta satisfactorio porque con muy poco logran tanto como si fueran una numerosa fracción legislativa; sin embargo, esta desproporcionalidad debería ser una preocupación de todos. A largo plazo, los sacrificados serán la ciudadanía y la credibilidad que ellos tienen sobre el sistema democrático como la mejor vía para definir el rumbo de un país.

Tiempo de actuar. Ahora podría ser un buen momento para iniciar esta discusión. No hay por qué esperar. Primero, no está claro cuál partido político está cerca de ganar las elecciones. Segundo, los actuales diputados suelen estar más abiertos para discutir de este tipo de reformas cuando llega su última legislatura.

Luego de ver muchas de sus iniciativas ahogadas entre mociones impertinentes y sin sentido, es cuando muchos consideran que generar este tipo de cambios sería su principal legado.

Casi a las puertas del próximo primero de mayo, esperamos surja ese anhelo de renovación. Por esto quisiera proponer algunas ideas:

Las comisiones deben volver a convertirse en los principales espacio de negociación. Para ello se requiere la imposición de plazos perentorios no mayores a un año para que estos órganos se pronuncien y se elimine como parte del procedimiento ordinario la posibilidad de presentar mociones de fondo luego de ser dictaminado.

El plenario debe volver a ser el espacio más importante de discusión y de toma de los grandes acuerdos nacionales. Esto solo será posible cuando el uso de la palabra deje de ser un mecanismo para bloquear la votación de un proyecto de ley.

Lo anterior implica eliminar las mociones de reiteración y dotar a la presidencia de la Asamblea Legislativa de las facultades para dirigir el debate sin apelaciones. La posibilidad de proponer una modificación de fondo en el plenario debería ser una posibilidad calificada y excepcional.

Los acuerdos de los jefes de fracción deben ser vinculantes. Los jefes de fracción deben ser voceros legitimados para alcanzar acuerdos. De este modo, deben contar con potestades para acordar, como órgano colegiado, modificaciones al orden del día y desarrollar debates reglados. Lo anterior sería obligatorio para todos los miembros del pleno; incluso para la presidencia.

No es fortalecer; es reconducir los espacios de control político. Lo que llaman control político se limita hoy a un espacio desordenado, donde un diputado dispara algún tema, según su criterio relevante, y donde su incidencia y trascendencia se esfuma en lo efímero del lapso otorgado. Para evitarlo, se deben recuperar las comisiones de investigación y establecer un procedimiento donde los informes sean discutidos y votados de cara a la ciudadanía.

Creación de un nuevo procedimiento abreviado. Es fundamental que el Poder Ejecutivo y las fracciones legislativas lleguen a establecer acuerdos sobre la agenda prioritaria y exista un mecanismo eficiente para discutirla y votarla en un tiempo razonable.

Las “vías rápidas” actuales muestran deficiencias en su redacción e implementación. Por esto es importante constituir un nuevo procedimiento previamente contemplado en el reglamento, completo y claro para su adecuado uso, y, de este modo, sea posible su aplicación con la concurrencia del voto afirmativo de una mayoría absoluta.

Casi todo lo aquí expuesto ya ha sido contemplado, en mayor o menor medida, por alguna iniciativa. Hay material con el cual trabajar.

Puede ser en esta oportunidad cuando se alcance un acuerdo entre las fracciones y los partidos políticos para sacar adelante muchos de estos cambios. Todo a pesar del miedo que muchos puedan tener por perder poder.

El autor es asesor parlamentario.