Reforma al Poder Legislativo

Conviene evolucionar a un sistema en el que la elección se realice por distritos electorales

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Sin una reforma constitucional que aborde los temas de la representación territorial, de la cantidad de diputados, de la reelección consecutiva y del quorum para sesionar, los cambios al reglamento legislativo, aprobados hace unos días, son insuficientes para mejorar el desempeño de nuestro Congreso.

Las enmiendas al instrumento que regula el funcionamiento de la Asamblea Legislativa, aunque significan un avance, son limitadas y no corrigen algunos aspectos que dificultan y entraban el proceso de aprobación de las leyes.

El cambio más relevante, que tiene que ver con la transparencia y la rendición de cuentas, es la disposición de registrar el voto de cada diputado en los segundos debates, ya que hasta ahora no existía un registro histórico que permitiera conocer cómo votaba cada legislador los proyectos de ley y que los electores pudieran valorar la forma en la que su respectivo representante ejercía su función.

El descontento y malestar de la gente con el quehacer de los señores diputados, registrado en las encuestas de opinión pública, no solo tiene origen en los exiguos resultados de la gestión de ese cuerpo colegiado, producto de su deficiente funcionamiento y de disposiciones constitucionales que obedecen a otras realidades, sino también en que el ciudadano no se siente adecuadamente representado.

Distritos electorales. La elección por provincias, como lo dispone el artículo 106 de la Carta Magna, y la votación por papeletas cerradas, además que nos impide “elegir” directamente, deja muchas zonas del país sin representación en el Congreso.

Independientemente de la necesidad de revisar la división territorial para adecuarla a la realidad, es conveniente evolucionar a un sistema en el que la elección se realice por distritos electorales, lo que permitiría establecer jurisdicciones territoriales más pequeñas, que contarían con un representante cada una. Con este mecanismo, el ciudadano podría elegir realmente a su representante, al votar por un candidato específico de acuerdo a sus atestados, y no por una lista cerrada de la que ni siquiera conoce los nombres, teniendo así un mayor control sobre su representante.

Además, la elección de diputados por distrito electoral obligaría a los partidos políticos a un proceso de selección interna mucho más meticuloso, a ser más selectivos en la escogencia de sus candidatos, lo que producirá una mejora sustantiva en la calidad de nuestros legisladores.

Más representates. Uno de los cambios que debe realizarse, aunque sea impopular y se prevea una fuerte oposición de la opinión pública, es el del aumento de la cantidad de diputados, tema sobre el que, recientemente, el señor presidente de la República se pronunció a favor. La cantidad actual de diputados es insuficiente para atender, con seriedad, responsabilidad y calidad, el estudio de los proyectos de ley, así como el trabajo en el plenario y en el sinfín de comisiones y subcomisiones.

Y es que a pesar de que el número de electores ha aumentado significativamente, 3.065.000 en el 2014, la cantidad de diputados, 57, sigue siendo la misma desde 1962, año en el que el padrón electoral fue de 485.000 personas.

Carrera parlamentaria. Otro aspecto que se debe abordar sin temor, es el de la reelección consecutiva de nuestros “padres de la Patria”, impedida por disposición del artículo 107 constitucional, sobre todo si una reforma de este tipo se complementa con la de la elección por distritos electorales, ya que así la posibilidad de reelección de un diputado dependerá de la calidad de su desempeño y del reconocimiento que de ese trabajo realicen los electores de su respectiva jurisdicción territorial.

Por otra parte, instaurar la “carrera parlamentaria”, reeligiendo a los mejores, a aquellos que han realizado un buen trabajo, generará congresistas con experiencia y dominio de su oficio, lo que redundará en beneficio de las labores y el funcionamiento de la Asamblea Legislativa.

Quorum . También es necesario modificar el artículo 117, que obliga la concurrencia de treinta y ocho diputados (dos tercios del total) para poder sesionar, mandato que en la práctica repercute en el rompimiento del quorum con molesta frecuencia y facilita que algún grupo de diputados se ausenten para evitar que se sesione. Esa disposición constitucional, aunque conveniente para la votación de los proyectos de ley, es innecesaria para el debate de estos, proceso en el que sería suficiente la presencia de una mayoría simple.

Es incuestionable que gran parte de los problemas que enfrenta el país están directamente ligados al desempeño de las instituciones que nos hemos dado para el Gobierno de la nación y que el funcionamiento de algunas de ellas, como la Asamblea Legislativa, ya no corresponde a las expectativas y demandas de los ciudadanos.

Es tiempo de que – dejando de lado las dificultades para tomar decisiones, para llegar a acuerdos y superando esa angustiante parálisis en la que hemos caído– procuremos las reformas profundas que el país requiere.

Luis París Chaverri fue embajador ante el Vaticano.