Reflexiones sobre el mercado laboral

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Existe al menos un acuerdo claro entre los especialistas del mercado de trabajo y es que, con la situación de crisis macroeconómica actual a nivel internacional, el mundo ha disminuido su capacidad de generación de empleo y la restauración de esta capacidad depende en buena medida de la recuperación de las economías de la Eurozona y de los Estados Unidos. Esta situación definitivamente tiene su impacto en Costa Rica.

Recientemente se presentaron los datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) correspondientes al segundo trimestre del 2013. En vista de que, como lo señala el INEC, no se observan cambios significativos en la dinámica del mercado laboral costarricense, creemos importante analizar la serie completa de datos de dicha encuesta y no solamente los últimos datos.

Del 2010 al 2011 hubo una clara tendencia hacia la pérdida de puestos de trabajo, pero después hay una recuperación importante de la que casi no se habla. Entre el tercer trimestre del 2010 y el segundo del 2011, el número de personas ocupadas pasó de 1.888.369 a 1.759.757, es decir, desaparecieron 128.612 empleos. Sin embargo, entre ese último trimestre y el tercero del 2012 se produjo una importante recuperación, llegando a 1.985.875 ocupados. El saldo de ese periodo de expansión del mercado laboral fue 226.118 personas ocupadas más. Esta cifra debe valorarse positivamente, dado el contexto internacional negativo y el ambiente de incertidumbre que viven prácticamente todas las economías del mundo

Los últimos tres trimestres del año no muestran ni aumentos ni decrecimientos bruscos en el número total de ocupados, aunque debe señalarse que en el segundo trimestre del 2013 encontramos la mayor cantidad de personas con empleo de los 12 trimestres analizados por la ECE: 1.993.059. Si comparamos esa cifra con el peor momento del mercado laboral, el segundo trimestre del 2011 (es decir hace dos años), se observa un incremento del número de ocupados de 233.302. Este también es un dato que nos llena de esperanza y optimismo.

Ahora bien, volviendo a nuestra reflexión principal, debemos preguntarnos por qué, si se ha credo tanto empleo, no baja la tasa de desocupación. Respuesta: por la sostenida incorporación al mercado laboral de nuevos buscadores de empleo. Esto se constata al observar el comportamiento de las tasas de participación, que han tendido a aumentar, y las tasas de no participación, que han tendido a disminuir, lo cual significa que, a lo largo del periodo cubierto por la ECE, se ha observado que miles de personas que estaban fuera del mercado laboral se han sumado a los desempleados en su búsqueda de empleo.

Destaca en especial el aumento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. Entre el segundo trimestre del 2011 y el segundo del 2013, su tasa de no participación laboral o inactividad (el porcentaje de la población que se encuentra fuera de la fuerza de trabajo con relación a la población de 15 años o más) pasó de 60,6% a 51,2% y, en el mismo periodo, su tasa neta de participación, o sea, el porcentaje de participación en la fuerza de trabajo con relación a la población de 15 años o más, se elevó de 39,4% a 48,8%.

Esta fuerte presión que recibe el mercado laboral tiene múltiples explicaciones: necesidad de aumentar o proteger el ingreso de los hogares, aumento del nivel educativo, cambios en los proyectos de vida de las mujeres (postergación de la maternidad, rechazo del rol de ama de casa tradicional, etc.), entre otros. Como se ve, se trata en gran parte de cambios en el modo de funcionar de la sociedad costarricense y no solo de una coyuntura económica determinada.

Un indicador fundamental al que debería prestársele tanta atención como a la tasa de desempleo es la tasa de ocupación, pues refleja la proporción de personas ocupadas con respecto al total de la población en edad de trabajar. A lo largo del periodo, su tendencia ha sido al alza, lo cual refleja que las personas que salen al mercado laboral a buscar trabajo han logrado obtenerlo. Entre el segundo trimestre del 2011 y el segundo del 2013, dicha tasa pasó de 50,7% a 56,1%. En el caso de las mujeres, el comportamiento del indicador ha sido aún mejor, pasando en el mismo periodo de 34,4% a 42,4%. Los datos son claros: no solo ha habido un crecimiento importante del número de personas ocupadas, sino, más importante aún, de la proporción de población del país que tiene trabajo y tiene un empleo remunerado.

Evidentemente, los datos expuestos no tratan de disimular las limitaciones y la problemática que enfrenta en los últimos años el mercado laboral de nuestro país. Desde el primer párrafo de estas reflexiones apuntamos que la disminución de la demanda internacional y el impacto que tiene en la disminución de la producción nacional afectan, de manera importante, la creación de puestos de trabajo a corto plazo. Pero no todo es negativo como se pinta: existen datos duros que nos dan esperanza y optimismo. Desde luego, queda mucho por hacer, en especial en lo que concierne a mejorar la calidad del empleo, pero desde el Ministerio estamos en eso. El trabajo digno y el cumplimiento pleno de los derechos y obligaciones laborales son fundamentales para la gobernabilidad democrática.

Creemos que el mercado laboral y la calidad del empleo deben jugar un papel central en todo el quehacer del Estado costarricense. Las políticas educativas, las de lucha contra la pobreza, de atracción de inversiones y de fomento a la producción, si quieren ser más efectivas y contribuir a la vida democrática, deben integrar acciones concretas de mejora en la cantidad y calidad del empleo. Los empleos de calidad van de la mano de las buenas empresas y de los buenos trabajadores.