Randolph Thrower,el que desafió a Nixon

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Recientemente falleció Randolph W. Thrower, uno, si no el más reformista, de los directores de la administración tributaria de los Estados Unidos, el Internal Revenue Service (IRS) o Servicio de Rentas Internas de ese país.

Por la importancia del contexto que vivimos actualmente, el cual demanda mayor eficiencia en la gestión de los tributos, y dados los últimos eventos que vuelven a recordarnos que la tributación costarricense es utilizada por algunos para atacar a los enemigos políticos o para amedrentar a los ciudadanos, resulta necesario resaltar su obra y la razón por la que, a pesar de haber permanecido por un lapso cercano a dos años al frente del IRS, ha pasado a la historia no solo por lo que hizo sino por lo que se negó a hacer.

Política de Estado. Thrower, de profesión abogado, tuvo gran influencia en dos elementos fundamentales que marcaron para siempre la política fiscal de Estados Unidos: la revocatoria de la exención de impuesto de renta a las escuelas privadas que no aceptaran estudiantes negros; y su influyente participación en la reforma tributaria de 1969 que eliminó importantes mecanismos de elusión fiscal legítima y generó exenciones para los quintiles de menor ingreso de la población.

Su influencia es la prueba de que sí se hace política de Estado desde la Administración Tributaria y que está llamada a ser preactiva, y a proponer y promulgar cambios en la legislación que mejoren el sistema. Pero, también, es la prueba de cuál es la vía correcta de aplicación de las normas tributarias existentes, y de que la autoridad tributaria de un país puede cambiar las cosas que requieran cambiarse.

El ejemplo de la eliminación de las exenciones a escuelas que discriminaban por razones étnicas es uno. En nuestro medio, podemos encontrar ejemplos de medidas muy afortunadas, que han cambiado sensiblemente el entorno en forma positiva: la eliminación de las declaraciones en papel y de los libros contables que debían llevarse a mano.

Influencia. Las verdaderas razones por las que Thrower renunció se conocieron hasta muchos años después, cuando se hicieron públicos memos y grabaciones de la era Nixon, quien escribió el siguiente memo tan solo 5 días antes deque la Casa Blanca hiciera pública la supuesta renuncia de Thrower: “Para que quede en registros, quiero simplemente reiterar mi deseo de que Randolph Thrower, comisionado del IRS, sea removido a la mayor brevedad posible”.

Thrower no estaba aceptando las solicitudes que desde la Casa Blanca se le planteaban para que se auditara a enemigos del Partido Republicano, líderes de movimientos pro derechos civiles y opositores a la guerra. La lista, según el New York Times , incluía periodistas y miembros del Congreso, entre ellos, todos los Senadores demócratas que se postulaban para la elección de 1970”. Nixon quería un director de Tributación que “haga lo que se le ordena, que toda declaración de impuestos que yo quiera ver, me la facilite” y “que persiga a nuestros enemigos y no a nuestros amigos”.

La muerte de Thrower nos sirve para recordar lo que no podemos olvidar: la autoridad tributaria de un país no puede permitirse ni excesos ni influencias y, siendo una institución a la que todos los contribuyentes debemos declarar los aspectos más relevantes de nuestras vidas, el uso que sus líderes (sean funcionarios o políticos) hagan de sus potentes armas es algo sobre lo que la sociedad civil debe ser muy recelosa.

El papel de Tributación. No pretendo decir en estas pocas líneas cómo debe ser gestionada una administración tributaria, pero sí alcanza este artículo para recordar lo que no debe hacer. Siendo que Tributación está facultada para tener acceso a todo tipo de información sobre nosotros y nuestras empresas, y que tal información es altamente sensible, no debe permitir bajo ninguna circunstancia, como no lo permitió Randolph Thrower, que los funcionarios de paso (incluyendo autoridades políticas y los de planta) la utilicen para perseguir a sus enemigos, para amedrentar a sus opositores, para intimidar a los contribuyentes y sus familias y a sus asesores, o para espetar a los ciudadanos en las estacas de la prensa y de las redes sociales, como ha ocurrido en el pasado con líderes de diferentes partidos políticos. Esto conduce a la peligrosísima vía de la “recaudación mediante escándalo”.

No es mediante escándalos mediáticos que dejan indefenso al ciudadano atacado, ni por publicación de listas de morosos, ni por cierres de negocios que han demostrado ser inútiles, como logra mejorarse la gestión tributaria de un país. Se debe modernizar su sistema informático, renovar su liderazgo interno, introducir más metodologías de inteligencia fiscal y sin lugar a dudas, hacer ajustes y reformas a las leyes de impuestos.

El obituario de Randolph W. Thrower es un gran recordatorio de la importancia del orden y de la preponderancia de la ley. Recordamos y celebramos su vida como la de un gigante de los derechos civiles y un valiente defensor de los derechos de los contribuyentes. Su muerte nos ha de recordar que las instituciones del Estado están para servir al ciudadano y no para amedrentarlo ni perseguirlo, y que estas y su funcionamiento deberán estar siempre en función de servir a las personas, de mejorar sus vidas, y jamás al revés.