¿Quién es el fascista?

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“Si nos pusiéramos de acuerdo con el uso de las palabras, desaparecerían casi todas las discusiones”. Con esta afirmación, Ludwig Wittgenstein, uno de los próceres de la filosofía analítica y del lenguaje, relativizaba el valor de las palabras y de su uso.

Pensado como una convención, el lenguaje deja de ser útil cuando usamos las palabras de diferente manera. Y, en el caso de la política, la situación es mucho más complicada porque la posibilidad de manipulación voluntaria del lenguaje genera confusión, especialmente en el orden de las ideas, tema que George Orwell trató en profundidad.

Esto ocurre con casi todas las palabras, pero, con algunas, el problema alcanza contornos casi risueños. Uno de esos casos es el del término “fascismo”.

Ambigüedad. Muchos conceptos generan ambigüedad. Por ejemplo, el contenido del liberalismo depende de si se lo usa para descalificar o para defenderlo. Pero algunos otros conceptos solo se usan para una sola de esas dos posibilidades. Así, por ejemplo, todo el mundo se asume como demócrata y nadie se definiría como antidemocrático. En un aspecto contrario, “fascista” siempre se usa con un sentido descalificador y peyorativo para definir al opositor.

Pero ¿qué significa ser fascista?

En una excelente conferencia, César Vidal indagaba sobre “La inexplicable perdurabilidad del peronismo”, tratando de explicar las razones de su supervivencia después de tanto tiempo transcurrido desde la muerte de su fundador. Vidal ponía el acento en la comprensión y admiración que Perón tenía por el fascismo, que pudo vivir de primera mano durante su misión militar en la época de Mussolini.

Es probable que el destino del fascismo habría sido otro, si no hubiera sido arrastrado por la locura de Hitler y el nacionalsocialismo hacia el desastre de la Segunda Guerra Mundial. Desde luego, tenía más contenido conceptual y su perversión no alcanzaba a los topes de su aliado. Pero el destino conjunto marcó su fin.

El término de “fascista” no se refiere a las ideas, sino a la forma en que se ejerce o se podría ejercer el gobierno. De hecho, considerado de derecha, el fascismo está hoy muy cerca ideológicamente de las posiciones del socialismo.

En la conferencia mencionada, Vidal ponía el acento en aquellas cosas que Perón percibió como vitales del fascismo y que aplicó en su propia estrategia política.

Control total. En primer lugar, el control total de la administración de justicia como el punto de partida del asalto al poder total. Con una justicia independiente, el poder estaría limitado y la seguridad individual garantizada. De ahí, la necesidad de mantener al Poder Judicial bajo el control del poder político.

Como segundo elemento esencial, Perón comprendió que había que manejar a la prensa. Una prensalibre siempre se constituye en un enemigo cuando lo que se pretende es el poder absoluto. Quien pretende informar y opinar libremente, no es bienvenido a un régimen fascista.

El sistema electoral es el tercer componente de este tipo de gobierno, según la descripción de César Vidal. Desde que necesita apoyarse en una voluntad popular, sea esta real o hipotética, el control de las elecciones es vital. Esto incluye, por supuesto, el manejo previo a las elecciones (publicidad oficial, uso de los recursos del Estado, diseño de los circuitos electorales para acomodarse demográficamente y autoridades electorales propias), así como también durante las elecciones y en el escrutinio final. Todo ello debe quedar fuera del alcance de algún órgano electoral neutral que permita asegurar condiciones igualitarias.

Sistema represor. Estas tres características, asumidas como propias por el peronismo de 1946 y tomadas del régimen instaurado por Mussolini, son propias del fascismo. Pero creo que habría acuerdo general en que un sistema fascista también es un sistema represor, que ejercita la violencia y reprime el disentimiento.

De la misma forma, se puede afirmar que la propaganda de un régimen fascista se basa en la emotividad y no en la racionalidad. Las apelaciones son siempre a los sentimientos y a las frustraciones generadas por un “enemigo común”, natural o creado, responsables de los problemas sociales.

Estas son las características del fascismo que César Vidal le asignaba al peronismo y reflejaría el contenido de la doctrina y la estrategia de Benito Mussolini.

Se lee diariamente que Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa se refieren a la oposición como “fascistas”, quizás como queriendo acusarlos de ser de derechas.

Pero, con este cuadro a la vista, ¿quiénes son los fascistas?