¿Qué pasó con el monocarril y el canal seco?

Estas dos grandes obras nos sacarían del subdesarrollo en 10 o 15 años.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Tan cerca de concluir la campaña política y no veo interés de los candidatos a la presidencia de la República por emprender dos proyectos planteados desde hace mucho tiempo, con claras posibilidades de convertirse en realidad: el monocarril urbano sobre la carretera de Circunvalación y el canal seco, que iría desde Parismina, en el Atlántico, a Santa Elena, en el Pacífico, con un puerto fluvial en Terrón Colorado.

Ambos megaproyectos fueron diseñados con detalle hace décadas, sin que las autoridades gubernamentales hayan hecho caso, a pesar de la idoneidad y vasta experiencia de los profesionales proponentes: el ingeniero Ricardo Umaña Portocarrero, en la construcción del monocarril, y el arquitecto e ingeniero Óscar Hutt Gil, principal promotor del canal seco.

Ventajas. El monocarril tiene muchísimas ventajas y lo más importante es su viabilidad, puesto que se plantea sobre el trazado ya existente del circuito de Circunvalación, de modo que no es necesario abrir rutas o expropiar.

Su diseño se sustenta en dos columnas, dispuestas cada 30 metros, con rampas de acceso. En principio, el monorriel podría transportar a 140 pasajeros a una velocidad promedio de 80 kilómetros por hora, sobre una estructura que permite que, debajo de este, el tránsito de la Circunvalación fluya con normalidad.

Facilidades. El canal seco permitiría transportar mercancía de mar a mar en solo tres horas. Podría estar listo en un plazo de cinco años y generaría 80.000 empleos. Consiste en una línea férrea para dos trenes y una autopista con 10 carriles entre Parismina y Santa Elena, con un puerto fluvial en Terrón Colorado.

A la factibilidad del megaproyecto se agrega la característica geográfica de las regiones por donde pasa, totalmente planas, con una levísima diferencia de lado a lado, únicas en su característica en la geografía continental.

Reto electoral. Como puede apreciarse, las ventajas son múltiples y existe abundante información en Internet sobre ambos proyectos. En mi condición de profesional en topografía, pero sobre todo como ciudadano, dejo planteado el reto, a ver si los candidatos a la presidencia se manifiestan al respecto.

Sin necesidad de profundizar en detalles, es evidente que estas dos grandes obras son perfectamente posibles en Costa Rica y, sin duda, nos sacarían del subdesarrollo en cuestión de 10 o 15 años.

El autor es topógrafo.