¿Qué hacemos con el mediocre empoderado?

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El artículo “El mediocre empoderado”, de Jacques Sagot ( La Nación, 29/5/2016), es una radiografía de lo que para muchos se está convirtiendo el tico promedio. A continuación propongo varias acciones para que pasemos de la lectura a la acción y prevengamos que se cumpla la profecía del autor: “Costa Rica avanza vertiginosamente hacia un estado terminal”.

Comparta hechos positivos. Al igual que pitar en una presa no hará que los automóviles desaparezcan, ¿de qué sirve pasar quejándose o compartir noticias negativas? Necesitamos compartir más noticias positivas para inspirar, motivar o simplemente sonreír. Hay tantas cosas excepcionales pasando en este momento que es inútil enfocarse en hechos negativos.

Sea parte de la solución. No se vale quejarse del problema o diagnosticarlo si no se proponen ideas para resolverlo. La razón por la que usted se indigna con tanta facilidad y pasión es porque el asunto le afecta, y usted cuenta con el interés o la experiencia para resolverlo. ¡Excelente! Convierta esa energía o experiencia en acción.

Le garantizo que así como usted hay personas indignadas que estarían interesadas en resolver el problema y, probablemente, otras estén trabajando en cambiar la situación. Informése. Comuníquelo. Involúcrese. El país no va a cambiar por arte de magia, necesita de héroes anónimos que lo hagan con mística y convicción.

El serrucho por el resorte. En Costa Rica, somos serruchapisistas por excelencia. Cuando alguien llega con una idea diferente e innovadora, lo primero que hacemos es burlarnos y decirle que no va a lograrlo. ¿Qué tal si cambiáramos esa chota por un “yo le ayudo”? Hoy todos publicamos sobre Andrey Amador o Keylor Navas, pero ¿cuántos le habríamos ayudado a Leo Chacón a conseguir unos zapatos para que no corriera descalzo? Cambiemos el serrucho por el resorte y, en lugar de cortar el piso, impulsemos a la gente hacia el cielo.

No dé campo a los vivazos. No premiemos al “pobrecito” y tampoco demos espacio al vivazo que se cuela en un ceda para ahorrarse la fila. No se vale que otros ni se esfuerzen ni esperen o que ignoren las normas sociales mientras usted sí lo hace. No premie ese esfuerzo. De lo contrario, con su propia pasividad, estará impulsando al vivazo.

Hable y señale a los mediocres. No hay nada más peligroso que un mediocre empoderado. ¡Frénelo! ¿Cómo? No se quede callado si la persona hace un mal trabajo o luce su verborrea. Hágaselo saber. Si está en una conversación con la persona, rétela con información veraz y abra un debate para ponerla a prueba o dejarla en evidencia. Si es en el sector privado, diga que no está satisfecho y que no va a consumir los productos hasta que se dé el servicio por el que está pagando.

En el sector público, quéjese con el superior o la contraloría de servicios de la entidad. Por respeto y paz mental, no permitamos que nuestro país sea liderado por aquellos que gritan más fuerte, sino por aquellos que conversan con la razón.

El tico es de las nacionalidades más sacrificadas que existen, prefiere quedarse callado a ventilar su molestia e incomodar a los demás. Con educación y los datos, es posible mostrar que algo fue mal hecho y que debe cambiarse. Si no lo hace por usted, sea un buen samaritano y ahórrele un mal trago a otro.

El silencio. En un país en el que decimos que hay 5 millones de técnicos de la Selección Nacional de Futbol, hoy comentamos cualquier noticia con suma ligereza –en muchas ocasiones basados en el titular o en una única fuente de información–. ¡No se vale! Tener acceso a opinar no significa que haya que hacerlo. Debemos ser responsables y entender cuándo agregamos valor con nuestras observaciones y cuándo robamos tiempo.

Si va a opinar, hágalo amparado en su experiencia, en datos concretos o refiriendo a expertos en la materia. De esta manera no solo aportará algo a la conversación sino que también ganará respecto.

Soy un fiel creyente en que lo mejor del pesimismo que tantos pintan en el país es que podemos cambiarlo hoy mismo, en este momento. ¿Qué se necesita? Cambiar de actitud y pasar de ser un “doctor No” al “sí se puede” que tanto compartiremos mientras la Selección juega la Copa América. Mostremos que somos más los que queremos cambiar este país que los mediocres que quieren que no lo hagamos.

El autor es empresario.