¿Por qué nuestros gatos salvajes están en extinción?

La conservación debe enfocarse en la educación ambiental y el manejo sostenible

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Un solo felino necesita, en promedio, un área de 50 kilómetros cuadrados para sobrevivir en el bosque. Pese a contar con un 25% de nuestro territorio protegido por ley, estos animales suelen frecuentar áreas aledañas a los asentamientos humanos y cuerpos de agua, principalmente durante la época seca porque el agua es escasa y los animales buscan seguir la corriente del río. A esto se suma la falta de presas en épocas de migraciones y sequías. Los encuentros se dan, generalmente, en las zonas urbanas, en donde ganaderos y paranoicos disparan a sangre fría al sentir su fuente de ingresos primaria y su integridad en peligro.

En los últimos 20 años la principal causa de extinción de los grandes gatos ha sido la cacería furtiva, la cual se da principalmente en áreas silvestres protegidas por el Estado mediante el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Cada mes, se reciben notables cantidades de reportes y avistamientos por parte de los guardaparques y encargados en los parques nacionales y refugios de vida silvestre sobre cazadores que buscan comerciar la piel de estos animales, o como se ha venido dando tristemente en los últimos años, de cazados deportivos, por simple placer, principalmente de dantas o tapires ( Tapirus bairdii ).

El jaguar ( Panthera onca ) y el puma ( Puma concolor ) son los felinos más grandes e importantes de América, ambos con poblaciones muy reducidas en nuestro país, por ser las especies que más suelen entrar en contacto con el ser humano.

La inminente desaparición de estos felinos traerá graves consecuencias ecológicas y ambientales, pues son los principales depredadores de la naturaleza, y al no contar con un elemento en la cima de la pirámide alimentaria se producen alteraciones en los diferentes tipos de ecosistemas, al verse reducido los recursos en el bosque, sumado a la introducción de plagas a las zonas rurales y asentamientos humanos.

Solución no es el cautiverio. En algunos países de Suramérica, han intentado reproducir las especies en extinción manteniéndolas en cautiverio.

La reproducción ha arrojado resultados positivos; no obstante, la reintroducción al bosque no ha sido exitosa en la mayoría de los casos por la incapacidad de los animales para sobrevivir por sus propios medios, principalmente porque se liberan individuos adultos.

Por ello, el Gobierno y el Ministerio de Ambiente deben centrar su diálogo de conservación enfocándose en la educación ambiental y el manejo sostenible, y no tanto en la reproducción de especies en zoológicos y refugios.

Esto se dará mediante charlas y talleres en las diferentes escuelas y colegios de nuestro país para formar futuros profesionales comprometidos con el medioambiente y la protección de la vida silvestre.

La educación ambiental traerá también grandes beneficios en las zonas rurales, pues creará conciencia del impacto ambiental que genera la pérdida de estos grandes felinos a la sociedad y a nuestros ecosistemas.

Las instituciones a cargo de velar por la protección de nuestros recursos naturales deben aplicar correctamente la Ley 7.317 de vida silvestre, la cual castiga a todo aquel se halle responsable por la muerte de estos impresionantes y magníficos animales, patrimonio natural de nuestro país ante los ojos del mundo.

El autor es estudiante de gestión del turismo ecológico y guía naturalista certificado.