Política de juventud

Se necesita rescatara la juventud excluida por los gobiernos neoliberales

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Deseo hacer un comentario, con respeto y admiración, sobre el artículo “Política y juventud”, del joven universitario Antonio Trejos Mazariegos, el cual salió publicado en La Nación el pasado 1 julio.

Debo reconocer que el artículo me impresionó y me gustó, y lo leí con gran interés. Como el tema es tan importante, me apresuro a comentarlo, no sin antes felicitar al autor de dicho artículo por su contenido y su análisis, los cuales comparto en gran medida. Quiero, además, compartir con usted y con toda la juventud de Costa Rica mi pensamiento y compromiso.

Es una realidad innegable que la juventud, tomada demográficamente como el conjunto de ciudadanos que se enmarcan dentro del grupo etario de 18 a 35 años, es un grupo determinante. En efecto, estas personas representan casi el 31% de la población total. Es un grupo muy importante, demográficamente hablando, y lo es más desde el punto de vista de sus necesidades y sus capacidades productivas, su energía y sus realidades sociales, familiares y económicas.

Electoralmente hablando, la juventud podría representar un caudal aún mayor, dependiendo de su disposición a sufragar. Si tomamos en cuenta el padrón electoral estimado para las elecciones del 2014, ustedes, los jóvenes, aumentan su importancia relativa, ya que podrán alcanzar ni más ni menos que casi el 44% del total de votantes inscritos.

Desde el punto de vista de su capacidad para elegir, su importancia podría tener hondas repercusiones en los resultados de la próxima elección. Si votaran un 80% de los jóvenes inscritos y se mantienen los patrones apocalípticos de algunos analistas, y votara un 40% de los demás electores, ustedes tendrían una oportunidad de oro, y prácticamente única, para definir el futuro político del país, en medio de esta campaña abarrotada de situaciones inéditas, con un perfil inimaginado y con muy pocas posibilidades de que se repita en un futuro cercano, a escasos ocho meses de las elecciones. Pero no solo los jóvenes son importantes como electores, sino también como ciudadanos.

Sin formación ni trabajo. ¿Cuál es el nivel de desempleo de este grupo? ¿Cuántos dejaron de ir al kínder y, por lo tanto, a la escuela y al colegio? Y ¿los que dejaron de graduarse de sexto grado? ¿Cuántos dejaron la secundaria? Son muy pocos los que han logrado una profesión o una carrera técnica. Entonces, el drama de la juventud va mas allá de si son tomados en cuenta, o no, en los partidos políticos. El problema de la juventud es que una gran mayoría no tienen ni formación, ni trabajo, ni futuro económico y social. Estos jóvenes necesitan una política de juventud. Yo la veo desde tres dimensiones.

La primera se refiere a una inclusión de emergencia. Un rescate nacional de la juventud excluida por la irresponsabilidad de los gobiernos neoliberales y corruptos, que se preocupan por el negociado y dejan de lado el bienestar de todos, pero, fundamentalmente, de la niñez y de la juventud. Para ello, la sociedad debe invertir esfuerzo y determinación para lograr superar y reparar, al menos en parte, muchas de las privaciones a las que los hemos sometido de manera injustificada. La educación de adultos jóvenes, los programas del INA adaptados a sus realidades y la creación de empresas que, a su vez, formen y generen destrezas para rescatar un mejor bienestar. Se trata de un apoyo a la familia joven para romper el círculo vicioso de la pobreza.

Una segunda dimensión tiene que ver con la inclusión formal de niños y jóvenes en la enseñanza y en la formación adecuada para procurarles un futuro de iniciativa y desarrollo en la ciencia, la cultura y la tecnología, y, así, prepararlos para su inserción no solo en el mercado laboral, sino también en el desarrollo y la generación de empresas, investigación, comunicaciones, arte y cultura.

Una tercera dimensión es la formación de una conciencia de participación ciudadana, que va más allá del voto y que los mantendría inmersos en el quehacer político mediante su decidida intervención en los procesos de planeación y ejecución de programas de desarrollo económico y social del país.

A usted, que supo plantear ese mensaje tan importante en la vida nacional, y a aquellos jóvenes que quieran y sientan el compromiso por una nueva patria, los invito para que se unan a nuestro esfuerzo para rescatar el país, tarea que no será de cuatro años, sino de las próximas décadas, que no serán las nuestras, sino las de ustedes.