Pocas, las palabras

Ytzche habitaba un mundo aparte, muy dentro de sí mismo

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A mi tío Yitzhak, le decíamos Ytzche. Así se transcribía su nombre fonético del Yiddish (idioma que hablaban, los judíos del este de Europa). En realidad no era mi tío, sino el hermano menor de mi abuela, que al igual que ella, había logrado sobrevivir a la guerra. Mejor dicho, había logrado escapar del exterminio de los judíos europeos, descripción un poco más verdadera, quitándole a este evento cualquier noción racional, religiosa o cultural que se le haya querido dar, cuando se le nombra con el término de Holocausto o Shoah (sacrificio).

Era solo un niño cuando sucedió, dejándolo marcado hasta el final de sus días. Pero ¿qué son las marcas? Es difícil saberlo. Las marcas son para cada quién algo distinto. Mi tío llevaba la marca de la locura mental: padecía de esquizofrenia. Ytzche habitaba un mundo aparte, muy adentro de sí mismo. Caminaba jornadas enteras, solo, por las calles de la Pitahaya, en donde vivía con mis abuelos. Mi abuela lo había mandado a sacar de un asilo psiquiátrico, a principio de los años 70, donde había sido internado en los Estados Unidos, después de que, un buen día, había tropezado y caído en este mundo, sin boleto de vuelta, pero, sobre todo, en un lugar sin palabras.

Gesticulaba todo el tiempo consigo mismo, sin ninguna conexión con el mundo exterior. Me acuerdo del miedo que yo sentía de niño, al querer acercarme a la zona de la casa donde el dormía. Oscuridad y miedo, dos palabras que pueden describir muy bien lo que recuerdo. Ahora sé bien que no era otra cosa que una alma en pena.

La esquizofrenia es una palabra compuesta, que se forma de dos voces del griego clásico: “schizein” que significaba: ‘dividir, escindir, hendir, romper’ y de la palabra “phren”,que significaba: ‘entendimiento, razón, mente’. Se puede encontrar su definición en el diccionario: “ enfermedad mental grave, caracterizada por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad. La esquizofrenia es un tipo de psicosis”. Su etimología muestra cómo la palabra esquizofrenia encierra a tantas otras y, a su vez, pertenece a otra familia de palabras, las cuales son utilizadas desde no hace tanto tiempo (finales del siglo XIX) para definir algunas enfermedades mentales. Todas juntas, a su vez, condensadas en otra palabra más amplia y omnipotente, que las incluye: psicosis.

El método utilizado aparenta ser el de una simplificación o más bien la de una reducción de sentidos y sinsentidos, para intentar traducir en un lenguaje científico lo que le pasa en un enfermo mental. ¿Será esta traducción el resultado de una necesidad de entender y, sobre todo, de nombrar forzosamente lo que roza los límites de lo decible? ¿Tendrá alguna relación con el método racional, que intenta ponerle palabras, a lo que acontece, cada vez que hay un exterminio?

“Dividir, escindir, hendir, romper, entendimiento, razón, mente, alma, pena, oscuridad, miedo ”. Qué pocas, las palabras.