Pluses fantasmales

El ascenso en la UCR es lento, ya que no depende únicamente del tiempo servido ni de los títulos

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El interesante artículo publicado por Daniela Cerdas en La Nación sobre los pluses exclusivos para docentes en la Universidad de Costa Rica (UCR) llama la atención sobre un tema importante, que se relaciona con el buen uso de los recursos públicos en una institución a la que se le garantiza constitucionalmente una autonomía especial.

Según Cerdas, entre esos pluses figura la dedicación exclusiva, que supone un 30% adicional sobre el salario base que se paga a los docentes de tiempo completo que laboran únicamente para la UCR.

Otro plus es el escalafón, que consiste en un 3% de aumento anual sobre el salario base, pero que se paga de manera escalonada según la categoría del profesor: dos escalafones para los docentes interinos e instructores, tres para los adjuntos, 10 para los asociados y sin tope para los catedráticos.

Correctamente, Cerdas indica que para pasar de una categoría a la siguiente los profesores de la UCR deben acumular los suficientes logros académicos para que el ascenso pueda ser efectivo.

Por último, Cerdas menciona la licencia sabática, que consiste en el derecho que tienen ciertos profesores para dedicarse a actividades de investigación o de actualización académica por un semestre a tiempo completo, o por un año a medio tiempo.

Dedicación exclusiva. La valiosa información aportada por Cerdas requiere, para su adecuada interpretación, una indispensable perspectiva histórica. Al comparar las bases salariales del personal docente de la UCR en términos de su valor real (calculado en dólares de 1970), resulta que en 1980 la base más alta ascendía a $493 y la más baja a $294. En enero del año 2016 esas bases ascendían apenas a $343 la más alta y a $190 la más baja.

Por tanto, entre los años indicados hubo una pérdida del valor real promedio del 32%, una proporción por debajo del 30% de dedicación exclusiva que paga la UCR. Dado que solo 1.248 de un total de 5.087 profesores tienen este incentivo, la cobertura asciende apenas a un 25% del cuerpo docente.

Debido a que dicha dedicación no es universal, la mayoría de los profesores de la UCR, aun si se consideran otros pluses, devengan en términos reales salarios similares o inferiores a los que tenían en 1979.

Escalafón. Con respecto al escalafón, está claro que para poder ampliar el disfrute de este incentivo, el profesor tiene que ascender. A diferencia de lo que ocurre actualmente en el Ministerio de Educación Pública (MEP), el ascenso en la UCR es lento, ya que no depende únicamente del tiempo servido ni de los títulos, sino de otros factores.

Evidentemente, puede haber profesores de la UCR que traten de mejorar su puntaje con títulos expedidos por universidades privadas, pero esto es algo excepcional, ya que la cultura académica institucional tiende a considerar como un demérito, y no como un logro, los diplomas obtenidos en instituciones universitarias de dudoso prestigio.

Puesto que alcanzar un título respaldado por una universidad prestigiosa no es algo fácil ni rápido, el ascenso con base en la obtención de diplomas es lento, como lo muestra el hecho de que actualmente en la UCR solo 4 de cada 10 profesores tienen títulos de posgrado (una proporción apenas superior a la de 1979).

Además, no basta el título para ascender: es necesario también investigar y publicar. Dado que no todos los profesores investigan y no todos los que investigan publican o lo hacen suficientemente, no todos los docentes ascienden hasta las categorías más altas y mejor pagadas.

Licencia sabática. Precisamente porque el desempeño académico de los profesores es desigual y porque no todos laboran a tiempo completo, la dedicación exclusiva y la acumulación de escalafones son de aplicación limitada.

Algo similar ocurre con la licencia sabática, ya que el profesor que aspire a este incentivo debe haber trabajado seis años consecutivamente y a tiempo completo para la UCR. Tal requisito, sin embargo, es insuficiente, ya que el número de licencias disponibles por año es limitado y se adjudican de acuerdo con los méritos académicos de cada docente.

Por esta razón, como lo constató Cerdas, son pocas las personas que disfrutan de licencias sabáticas anualmente: 10 profesores en el año 2015 y 20 en el 2016. Menor aún es el número de docentes que disfrutan de más de una licencia sabática durante su carrera académica.

Temeridad. Del artículo de Cerdas, el dato que más llama la atención es que el Sindicato de Empleados de la UCR (Sindeu) ha decidido impugnar los pluses exclusivos para docentes, al plantear que si el rector, Henning Jensen, denunció la convención colectiva para revisar sus beneficios, también debe hacer algo similar en relación con esos incentivos docentes.

A esto Jensen ha respondido, con sobrada razón, que incentivos como la dedicación exclusiva y el escalafón son diferentes de la anualidad, pero sin explicar adecuadamente por qué. La razón de esa diferencia es evidente: la anualidad se paga de manera automática independientemente de la calidad del trabajo, en cambio la dedicación exclusiva, el escalafón y la licencia sabática dependen del logro académico.

Si la UCR tomara medidas para reducir el reconocimiento salarial por méritos, rebajaría en términos reales las remuneraciones de sus mejores cuadros académicos a niveles inferiores a los de 1979, con lo que se arriesgaría a que esos cuadros se jubilen, se desplacen al sector privado o procuren colocarse en prestigiosas universidades extranjeras.

Al tratar de enfrentar a académicos y funcionarios administrativos, el Sindeu pareciera tratar de profundizar la crisis en que está abismada la UCR debido al escándalo por el nombramiento de la hija de Jensen y al archivo del informe respectivo por parte del Consejo Universitario.

Sin embargo, no toda la responsabilidad le cabe al Sindeu: Jensen (o alguno de sus asesores) tuvo la temeraria idea de utilizar la denuncia de la convención colectiva para tratar de mejorar la golpeada imagen del rector. De esta forma, en vez de por lo menos seguir el sano consejo de La Nación, de “posponer el debate y hacer amigos”, Jensen hizo exactamente lo contrario y le echó más leña al fuego.

Fantasmas. En la UCR hay otros “pluses”, de carácter legal, de los que nadie quiere hablar. Precisamente por la extensión, magnitud y profundidad de ese silencio, no están considerados en el valioso artículo de Cerdas.

De esos pluses fantasmales, uno consiste en la posibilidad que tienen los profesores de la UCR de tiempo completo y con dedicación exclusiva de trabajar un cuarto de tiempo adicional en otra universidad pública.

Un segundo “plus” fantasmal es el cuarto de tiempo adicional, que permite que un profesor que trabaja a tiempo completo y con dedicación exclusiva en la UCR, labore un ¡cuarto de tiempo extra en la misma UCR!

Cualquiera de estos pluses fantasmales, independientemente de si el cuarto de tiempo adicional se labora dentro o fuera de la UCR, supone para el profesor un ingreso extra mensual de entre 200.000 y más de un millón de colones (el monto cambia de acuerdo con la categoría).

Sería interesantísimo conocer cuántos académicos de la UCR disfrutan de estos pluses fantasmales.

El autor es historiador.