Planificación en la ruta 32

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Toda la discusión sobre el proyecto de la ruta 32 se ha circunscrito a aspectos económicos, planos y detalles contractuales, sin considerar en el análisis la conveniencia social, las condiciones geopolíticas, ni los aspectos humanos, que me parecen prioritarios para establecer una adecuada política de construcción e inversión.

Varias consideraciones. El más alto porcentaje de circulación vehicular de la ruta 32 va desde los puertos del Atlántico hasta el Valle Central. Asimismo, los mayores problemas que presenta la ruta (derrumbes, accidentes, alta velocidad, etc.) están entre el río Sucio y San José.

La ampliación planeada para pagarse con el préstamo chino es para el tramo entre los puertos y el río Sucio. Es decir, el trayecto con más problemas no está siendo considerado.

La mejora en ese primer sector tendrá como consecuencia un aumento en el flujo de tráfico y la velocidad de desplazamiento. Así, el resultado de esa falta de planificación derivará en un “cuello de botella” en la unión de los dos tramos y, consecuentemente, en un aumento del riesgo y, por ende, de los accidentes, las muertes y las secuelas sociales.

Además, generará otros costos, como el aumento en el gasto de las instituciones de salud, seguridad y prevención de accidentes (Cruz Roja, CCSS, INS, Tránsito, etc.).

Lo anterior significa que nadie se ha tomado la molestia de planificar debidamente el proyecto, pues una evaluación completa no debe circunscribirse al costo-beneficio económico de un préstamo y su ejecución, sino que debe tomar en cuenta las consecuencias sociales y humanas. En menos de diez años, tendremos a la población de Limón exigiendo ampliar el resto de la carretera.

El autor es expresidente del Colegio de Arquitectos.