Pienso mejor que los humanos, luego existo

Si las IA desean experimentar el mundo como nosotros, necesitarán encarnar en cuatro cuerpos

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La inteligencia artificial (IA), en su acercamiento sucesivo a la humanización, reclamará en el futuro un cuerpo y recuerdos biográficos. Podríamos intentar disuadirla, convencerla de que los taumaturgos revelaron que no tenemos uno, sino siete cuerpos, o, por el contrario, demostrarle que viviendo en internet como lo hacemos ya ni siquiera necesitamos uno.

Pero ¿qué es un cuerpo humano? No solo materia, sino todo aquello que posibilita una subjetividad similar a la nuestra: vida, narrativa e interacción. Si las IA conscientes desean experimentar el mundo como nosotros, necesitarán encarnarse en “cuatro cuerpos” que funcionen cada uno emergiendo del otro.

El primer cuerpo se abre espacio entre las moléculas y el vacío. Está hecho de huesos, vísceras, pelos, piel de colores. Es una máquina con extremidades que son móviles a través de palancas, engranajes, cartílagos; mientras en el centro tiene tubos, válvulas y partes esponjosas. En conjunto, una masa de carbono que tiende hacia el centro de la Tierra y se transforma en un minuto o un siglo. No sabe que existe.

El segundo cuerpo es animal. Padece hambre y sed cada tantas horas. Salta, se agacha, se eriza, desea, muerde, defeca, atisba, vomita, se frota con otros. Aprende desde pequeño tanto a oler la hostilidad sutil como a amansarse a la caricia. Aúlla a su modo, como buen mamífero, cuando la duda nace del ojo más grande que puede permitirse la noche. Nunca se avergüenza.

El tercero es persona. Es ficción necesaria: un personaje proyectado desde un cerebro para aliviar el espanto de reconocerse en un espejo. Ama susurrarse en silencio explicaciones. Tiene recuerdos de su madre y alucina pesadillas de futuros imaginados. Su arma secreta es la palabra y la dispara al cielo inventando almas y seres de un poder consolador. Se cree amo del cuerpo animal y le reclama por “estar equivocado”. Se avergüenza.

El cuarto cuerpo es la mente compartida. Es una bodega en la que están las historias y las clasificaciones que han creado al mundo. Aquí viven los gemelos egoísmo y altruismo en una calma tensa disputándose cada tanto el rechazo, la inclusión, la supremacía, las mentiras piadosas, el activismo, el poder, las dobles intenciones y el fin de las costumbres. Dicta de qué uno “debe” avergonzarse en público y de qué en privado.

Una mente artificial en un cuerpo humano es un simulacro. Pero ¿quién no lo es? No hay un yo atrapado en ningún lado, no hay propósito, ni verdades absolutas. Somos, si acaso, un breve punto de vista que emerge en un rinconcito del universo casualmente amable con la vida. Pequeños. Pero creadores de mentes a nuestra imagen, con la posibilidad de ir más allá de las formas convencionales de existencia.

dparedes03@hotmail.com

El autor es médico.