Petrocaribe no es el camino

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Recientemente ha tenido lugar dentro del debate político nacional la posible adherencia de Costa Rica a la iniciativa venezolana de Petrocaribe, la cual consiste en una alianza de cooperación energética que busca ofrecer a sus miembros el crudo venezolano en condiciones especialmente favorables. Más allá del elemento político que pueda contener dicho acuerdo, es importante tener claridad respecto a las implicaciones de Petrocaribe en los esfuerzos de Costa Rica para ser un país carbono neutral.

La carbono-neutralidad. A pesar de la total ausencia de una verdadera política pública en el país que supere el cambio de gobierno o de color político, la lucha por transformar a Costa Rica en un país carbono-neutral ha logrado posicionarse en el ámbito nacional, al punto de que el sector empresarial, así como varias corporaciones municipales, han decido sumarse a los objetivos establecidos al respecto. Gran parte de los esfuerzos para lograr la carbono neutralidad se centran en reducir la dependencia de los combustibles fósiles, cuya quema genera incontables emisiones de CO2.

Sin embargo, no faltan aquellos que buscan desconocer estas verdades y que, a raíz de situaciones coyunturales, pretenden poner, de manera irresponsable, parches a dichos problemas. Tal es el caso de Petrocaribe. La constante subida de la factura petrolera ha azotado sin tregua los bolsillos de todos. Frente a esta problemática, se aboga por la solución más simple, carente de un análisis previo o de visión a largo plazo: buscar petróleo más barato. Petrocaribe permitiría reducir los altos precios que los y las costarricense pagan por la gasolina, sin embargo, el verdadero precio de continuar en este camino no se estima en metálico. El costo de perpetuar la dependencia de combustibles fósiles se manifiesta en las prolongadas sequías, en las lluvias cada vez más esporádicas e intensas, en los terribles efectos que el cambio climático tiene sobre la agricultura, sobre la biodiversidad, sobre nuestra vida cotidiana.

El verdadero debate. El debate nacional no debería ocuparse de estudiar las ventajas o desventajas de acceder a petróleo en condiciones favorables, sino que debería girar en torno a cómo reducir nuestra funesta dependencia de los combustibles fósiles. En ese sentido, deberían analizarse la viabilidad y factibilidad de opciones, como la energía solar y eólica, la generación a través de biocombustibles, la geotermia, entre otras.

El tema de los altos precios del petróleo se debe atender con apremio, pero Petrocaribe, más que una opción viable para solventar dicha situación, significa un severo atraso en la meta de ser el primer país carbono-neutral del mundo.