Pensiones del Magisterio, pauta para establecer un tope

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Las pensiones con cargo al Presupuesto Nacional deben tener un tope. El pésimo manejo, durante décadas, de la hacienda pública y de las relaciones laborales ha generado un desorden en esta materia. Esta mala gestión ha permitido que existan pensiones cuyos montos están fuera de cualquier lógica económica y social.

La pensión debe garantizar un mínimo de ingreso al jubilado y su familia, que les permita enfrentar la vejez en condiciones apropiadas. Sin embargo, esto debe cumplirse sin excesos. Las diferencias individuales, en términos de preparación académica, de aprovechamiento de oportunidades laborales y de factores similares, explican el hecho de que las pensiones no sean todas iguales. Eso es comprensible en una sociedad como la costarricense, afectada por la desigualdad, dadas las limitaciones de su proceso de desarrollo, significativamente incompleto hasta el presente. Es curioso que exista asombro por esta realidad, ya que las diferencias tienen una base social y económica, ampliamente conocida. Lo que no es aceptable es que la mala gestión pública provoque diferencias incorrectas entre los diversos grupos de pensionados.

Pensión neta. La reacción inmediata es enfrentar a las pensiones más altas, estableciendo un tope a la pensión bruta, es decir, al monto de la pensión sin considerar las deducciones. Pero esto es una acción imprecisa porque cada sistema de pensión tiene una particularidad en materia de deducciones. Un asalariado sabe que, al final del mes, o de la quincena, cuando recibe su remuneración, no dispondrá del salario bruto porque se le aplicarán deducciones para su seguro de salud, para su sistema de pensiones y para otros conceptos similares. Lo mismo sucede con el pensionado. Lamentablemente la discusión reciente sobre el tema de pensiones olvida este hecho elemental. En ese sentido, hay que orientar la reflexión sobre el establecimiento del tope hacia una discusión alrededor del monto adecuado de la pensión neta: la pensión bruta menos las deducciones.

Las pensiones del Magisterio Nacional ya tienen un tope fuerte. La persona pensionada en el sistema del Magisterio cotiza para el seguro de salud un 5% del monto bruto, además de un 0,5% para la administración del sistema. Asimismo, este pensionado paga el impuesto de renta, como cualquier asalariado, lo que puede significar el 15% del segmento más alto de la pensión. Pero, lo más importante, el pensionado del Magisterio cotiza una contribución adicional. Si su pensión bruta está superando los ¢700.000, cotiza un adicional del 12% sobre el excedente respecto a ese monto. En el caso de las pensiones mayores, el aporte adicional va aumentando, de tal forma que si, por ejemplo, el monto supera un límite aproximado a ¢1.400.000, debe aportar el 16% del excedente. Y así sucesivamente. En los casos extremos, que son pocos, si la pensión bruta excede los ¢10 millones, se cotiza el 75% del excedente.

Todo esto, además del pago del impuesto de la renta y los otros aportes mencionados.

Una pensión de ¢15 millones que esté fuera del sistema del Magisterio Nacional, si cotiza para el seguro de salud y paga el impuesto de la renta, queda en una pensión neta de ¢12 millones. Sin embargo, si esa pensión está en el sistema del Magisterio Nacional, debe hacer la mencionada cotización adicional, por lo que la pensión neta quedará en ¢4,5 millones. Es decir, ¡siete millones y medio de diferencia! Eso es la mitad de la pensión bruta que se elimina gracias a los porcentajes de cotización adicional que son crecientes.

En conclusión: el sistema de pensiones del Magisterio ya tiene un robusto tope para las pensiones altas. Es casi imposible que este régimen tenga pensiones netas superiores a cinco millones, porque hay un corte automático. Si, aun así, hay alguien que sigue pretendiendo más rebajas, puede plantear una revisión de la escala de las cotizaciones adicionales.

Propuesta. Hace unos días, el superintendente de Pensiones declaró lo siguiente: “La forma más efectiva para frenar las pensiones de lujo es imponiendo topes al monto máximo de jubilación, como ocurre en el sistema de la Caja, o con aportes adicionales como en el caso del Magisterio Nacional” (La Nación, 22 de setiembre de 2014, página 24A). Debemos tomarle la palabra al superintendente.

Impulsemos una reforma considerando como base el sistema del Magisterio, que es superior porque limita significativamente la pensión neta.