¿Otra quema de libros?

Una interpretación fundamentalista del artículo de Villalta nos llevaría a quemar libros

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Según el criterio expresado en el artículo del diputado José María Villalta “No hay punto de comparación” ( La Nación, 16 /2/2011, 31A ), “(...) a los portavoces del discurso del odio y del racismo, ninguna institución pública de Costa Rica debería darles cabida, así hubieran inventado el elixir de la vida eterna”. Sobre la extensión del criterio propuesto por el articulista, no queda duda. Pero nos atrevemos a preguntar qué medidas deben tomar las instituciones públicas, y contra quiénes, así como por cuáles actos.

Si no se hacen distinciones sutiles y aclaraciones pertinentes, y si además se elimina la defensa de los acusados, una interpretación fundamentalista llevaría a la conclusión de que hay que sacar de las bibliotecas, estantes, armarios y cajones de todas las instituciones públicas del país, cualquier escrito que se pueda vincular con alguien que alguna vez haya expresado una idea digna de rechazo. Serían muchos.

Aristóteles justificó la esclavitud, así que no faltaría quien quiera eliminar sus libros, aunque sea el inventor de la lógica y el primer sistematizador de la física.

En la evolución del espíritu que enseña Hegel en sus voluminosas obras no participan las mujeres, así que el inquisidor incluiría también todas sus obras, incluso Elementos de la filosofía del derecho.

Es bien sabido que Freud niega a las mujeres la posesión del sentimiento de justicia, de modo que tampoco excluiría ninguna obra suya .Todos conocemos la exaltación de la crueldad y el desprecio por la mayoría que aparecen en Nietzsche, de modo que no cabrían dudas de la necesidad de eliminar sus escritos.

Y ¿qué decir de la novela Hambre y otras obras del noruego Knut Hamsun –premio Nobel de Literatura en 1920–, quien escribió numerosos artículos a favor de los nazis, defendió la ocupación alemana de su país y fue homenajeado en 1943 por Goebbels y Hitler, quienes ordenaron una impresión de 100 000 ejemplares de sus obras? ( The Goebbels Diaries, Nueva York: Eagle Books, 1948, pp. 178 y 439). El mismo trato deberían entonces recibir los poemas del norteamericano Ezra Pound, quien se trasladó a Italia para apoyar en todo lo que pudo a su admirado Duce.

Obras en Costa Rica. Esas fueron acciones comprometidas, y no simplemente simpatías, pero las obras de ambos literatos se siguen estudiando, con razón. Sin ir más lejos y para mencionar a ilustres costarricenses, Clorito Picado en carta del 18 de mayo de 1939 dirigida a Ricardo Fernández Guardia cita las palabras de Lombardo Toledano: “Costa Rica puede muy bien ser el crisol donde se funde el arquetipo de la futura raza pujante de la América”. Y añade con preocupación: “Ojalá que así lo fuese, pero la verdad es otra: ¡Nuestra sangre se ennegrece!, y, de seguir así, del crisol no saldrá un grano de oro, sino un pedazo de carbón. Puede que aún sea tiempo de rescatar nuestro patrimonio sanguíneo europeo que es lo que posiblemente nos ha salvado hasta ahora de caer en sistemas de africana catadura, ya sea en lo político o ya en aficiones que remedan el arte o la distinción, en tristes formas ridículas”. (Obras Completas, Editorial Tecnológica de Costa Rica 1988, vol. 6, p. 299).

Si aplicamos estrictamente el criterio mencionado, ¿no están dando cabida al racismo las instituciones públicas que publican obras de Clorito Picado? Y puestos a hilar más delgado, ¿no deberíamos también incluir en la lista de sospechosos a Carlos Luis Fallas y su novela histórica Mamita Yunai, por la manera como describe a los indígenas? Por lo menos en las páginas 37, 45,65 y 66 de la edición del 2008 en Editorial Costa Rica, el lector encontrará adjetivos y adverbios que se pueden interpretar como expresiones de desprecio hacia quienes llama a veces “indiada”. En las últimas dos páginas citadas el autor habla de varios indios calzados y mejor vestidos, “de facciones más finas y más inteligentes” y dice de ellos: “Estos no eran indios puros. El pelo crespo o sedoso y la piel más quemada o casi blanca, denunciaban el cruce con el negro o con el castellano. Debían ser los más listos”. ¿Racismo? Tal vez, pero por dicha a nadie se le ha ocurrido –hasta ahora– quemar Mamita Yunai, junto con la Física de Aristóteles y La ciencia de la lógica de Hegel.

Tampoco lo propone el autor del artículo comentado, porque tal vez, y a pesar de su criterio riguroso, aún hace sensatas distinciones entre personas, méritos, ideas, acciones y reacciones.