Para seguir avanzando con miras a alcanzar el desarrollo, Costa Rica precisa una inversión considerable, factible únicamente a través de la movilización de recursos del sector público y privado.
De acuerdo con estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para impulsar el progreso económico, social y ambiental será necesaria una inversión de hasta $7 billones cada año, de aquí al 2030. Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los flujos financieros internacionales apenas ascienden a $3 billones anuales.
El financiamiento no siempre se canaliza ni en la dirección correcta ni a la velocidad necesaria. La inversión privada para el crecimiento de Costa Rica es baja. La pandemia complicó aún más el escenario, pues paralizó la concreción de objetivos de desarrollo sostenible como salud, educación, fin de la pobreza, empleo, etc.
A lo anterior se suma la grave situación fiscal, que limita la posibilidad de contar con recursos públicos para el desarrollo. El dinero que el gobierno destina a la inversión se contrajo, en el 2020, un 38,2 %. Quiere decir que para la reactivación económica sostenible los recursos deben salir del sector privado.
Esa es la razón por la cual resultan cruciales las alianzas público-privadas para promover la agenda de desarrollo. A través de la innovación, el sistema financiero pone a disposición del país novedosos instrumentos de fondeo, que facilitarán canalizar inversión privada hacia proyectos que contribuyan al desarrollo económico nacional.
El mercado de capitales ofrece diversas opciones, como la titularización de flujos futuros, los fondos de desarrollo de proyectos, los fondos de capital de riesgo y las emisiones temáticas, entre otras.
Sea cual sea el mecanismo que se utilice, el mercado de capitales democratiza el financiamiento para el desarrollo. Esto significa que los costarricenses podríamos ser parte de este por medio de nuestro fondo de pensión o inversión, por ejemplo, destinando una porción del dinero de nuestras pensiones a financiar proyectos productivos con impacto en lo económico, social y ambiental.
Las herramientas están, tenemos el conocimiento, solo resta unir al sector público y privado para echar a andar los planes.
La autora es directora de negocio y relaciones corporativas de la Bolsa Nacional de Valores.