Ocurrencias cuánticas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

De un tiempo para acá, en esta nuestra sociedad cada día más de modas y apariencias, y muchas veces en coloquio con intereses comerciales, se ha puesto en boga el meterle un sabor a ciencias avanzadas, especialmente de física, a cualquier ocurrencia: cuestión de empaque.

Veamos el caso “cuántico”. Para empezar, hagamos un ejercicio de humildad. Lo cierto es que usted, amable lector, y yo, junto con el 99,99% de la humanidad, de física teórica, en general, y cuántica, en particular, no entendemos ni jota. Quiero decir: habrá alguno que tenga nociones, y hasta quien pueda manejar uno que otro concepto, pero esta es materia (¿oscilación?) de unos muy pocos expertos.

La física avanzada es practicada con conocimiento de causa por una élite, pues demanda una tremenda capacidad intelectual, dedicación y especialización: no es cualquier hijo de vecino el que viene a explicar teoremas en esta área, donde confluyen matemáticas complejas, junto con una abstracción que raya en lo filosófico. Pero esto no desanima a algunos académicos de esos a los que les pesan más los títulos que el nombre, y, por supuesto, a los comerciantes, que han encontrado una cuantiosa veta por explotar.

Cuántico: esta palabra, con su aire etéreo y misterioso, brinda a cualquier cosa una aureola muy especial. Es así como tenemos “socialismos cuánticos”, “democracia cuántica”, “liderazgos cuánticos”, “ coaching cuántico”, “ management cuántico”, “medicina cuántica”, “economía cuántica”, “cocina cuántica”, etc.

El lector ya lo habrá adivinado. La receta es sencilla: tómese cualquier concepto (los de las ciencias sociales y administrativas son especialmente buenos) y arrímele la etiqueta “cuántico”, y voilá , tenemos un ganador: la esdrújula palabreja hace su magia. Creo que podríamos postular un “chifrijo cuántico de impulso variable” en honor al Dr. Chang, y, para el caso, funciona (sobre todo, si se abusa con el producto). Es que hay que tener cuidado de que no nos metan un cuantioso gato por liebre. Juan Ignacio Cirac, científico español y especialista –este sí, de verdad– en física cuántica, en un breve y aleccionador video disponible en Internet nos dice cómo lo cuántico, con su alucinante fenomenología, no debe usarse para explicarlo todo y, mucho menos, para venderlo todo: sean productos o ideas.

La lección es generalizable: los conceptos científicos avanzados tienen su campo de aplicación muy específico. ¿Que se pueden hacer analogías? De acuerdo, pero, no por bautizar cualquier ocurrencia con títulos estrafalarios o técnicos, la hace mejor o válida: hay que ir con pies de plomo. No todo lo que vibra es cuántico, ni todo lo que brilla es oro. Y hasta aquí, que tanto cuento de cuantos no da para tanto.