¿Nos construyen o nos construimos?

Cuando era niña me enseñaron una canción que se hizo realidad en mi vida

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Cuando era niña me enseñaron una canción que decía así: “Una niña quería jugar, pero no podía jugar porque tenía que limpiar: así limpiaba así, así. Así limpiaba así, así. Así limpiaba porque yo la vi. Una niña quería jugar, pero no podía jugar porque tenía que planchar: así planchaba así así...”. Y se repite la misma canción con todos los oficios domésticos que se quieran agregar.

Conforme fui creciendo, las estrofas de esta canción se hicieron realidad en mi propia vida. Recuerdo que tenía tareas establecidas en mi casa: limpiar el piso, lavar los platos, recoger los desórdenes de otras personas, entre otras labores. Mis hermanas menores y mis hermanos hacían actividades muy diferentes, como jugar, por ejemplo.

Sin embargo, no era la única que tenía estas asignaciones domésticas; mis primas mayores, mis tías casadas, mis compañeras del colegio; todas realizaban igual o mayor número de oficios de este tipo. Empecé a notar, que además de los oficios, teníamos otra característica en común: todas éramos mujeres.

Entonces, me preguntaba si a todas nos habían enseñado la misma canción cuando niñas. Esa canción, en apariencia inocente, había definido cuáles serían las tareas asignadas a estas niñas cuando crecieran, y no solo eso, nos decía cuáles serían nuestras prioridades en la vida, e incluso nos enseñaban que el sacrificio, la renuncia y la resignación constituían parte importante de la vida de una mujer.

Su letra empezó a tener presencia en nuestras decisiones, el tiempo era limitado y definido por sus estrofas; no se podía salir de la casa hasta terminar los oficios domésticos. Nos decían que no conseguiríamos una pareja si no aprendíamos a cocinar bien.

Acompañando la lista de cosas por hacer, estaba el sentimiento de culpa, que nos embargaba si no terminábamos con éxito la tarea.

Derecho a elegir. A pesar de estas enseñanzas de la infancia, con las cuales nos van construyendo el camino, a lo largo de mi vida he observado muchas mujeres que lo han tomado precisamente como eso: uno de los tantos caminos para construir sus proyectos de vida.

Estas mujeres han tomado la decisión de escudriñar en las pautas mostradas en su niñez, las han revisado, desechado aquellas con las cuales no están de acuerdo, cambiado aquellas que no les gusta y se han mostrado a sí mismas otras opciones.

Han ejercido un derecho muy importante: el derecho a decidir sobre su propia vida, a elegir lo que les gusta y no les gusta, a cambiar los patrones iniciales y transformarlos en nuevos estilos de vida.

Estas mujeres han desarmado pieza por pieza la figura inicial, han tomado cada pieza y la han colocado nuevamente en una figura que les agrada más y se parece más a ellas mismas.

Tomaron el control y se dieron cuenta de que las guías dibujadas podían ser modificadas y así lo hicieron, se construyeron su propio camino, se construyeron a sí mismas.

Quisiera hacer una invitación para revisar nuestras estructuras de vida, tomar las piezas de la figura que nos conforma actualmente y preguntarnos como mujeres: ¿Nos construyen o nosotras mismas nos construimos?

La autora es trabajadora social.