“No tendré miedo porque Tú estás conmigo”

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El 27 de marzo del presente año, el sumo pontífice de la Iglesia Católica, el papa Benedicto XVI visitó las Fosas Adreatinas de Roma, como forma de conmemorar las más de 300 víctimas fusiladas por las tropas de ocupación de la Alemania nazi el 24 marzo de 1944, visita también realizada en su momento por Pablo VI y Juan Pablo II. Allí brindó un discurso y calificó al nazismo como “una ofensa gravísima a Dios, porque es violencia deliberada del hombre contra el hombre”, a su vez el rabino jefe de Roma rezó en hebreo el Salmo 129 “De profundis”, hecho que muestra el diálogo interreligioso en memoria de todos aquellos hombres y mujeres víctimas de los estragos de la II Guerra Mundial.

Esta visita trajo a mi mente las palabras del pensador lituano-francés de origen judío Emmanuel Levinas, quien expresa en su libro Totalidad e infinito “la guerra no muestra la exterioridad, ni lo otro en tanto que otro destruye la identidad del mismo”; ya que es en la guerra donde el hombre se torna el depredador de su hermano humano, se olvida de todo aquello que le rodea y envuelto en ideales totalitarios elimina la identidad del otro y por ende de sí mismo, ya que el hombre no es un ser de muerte, la filósofa judía Hannah Arendt enuncia “Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar”.

El siglo XX estará marcado en la historia como la época que la humanidad conoce el poder destructivo que posee sobre ella misma. Sin embargo, superar ese pasado como expresa Arendt se logra mediante la narración de lo sucedido, y a través del recuerdo de tantos rostros que no conocimos, replantear un rumbo para la humanidad, donde el diálogo sea la herremienta de encuentro.

A inicios de un nuevo siglo, la humanidad debe tornarse hacia su encuentro, en un diálogo con su entorno, Martin Buber, filósofó vienés de origen judío en su obra Yo y tú expresa que existen tres esferas de relación: “1. La vida del hombre con la naturaleza. 2. La vida del hombre con el hombre. 3. La comunicación con las formas inteligibles”.

La humanidad en relación con el medio, con sus iguales, con su sentido de trascendencia, esa integración en cuánto diálogo desembocará en una renovada civilización.

Por eso, a todos aquellos que caminan en el mundo con desesperanza, es importante reflexionar que, pese a la adversidad, existe la posibilidad de cambio, una humanidad cada día más humana, “Ha llegado el tiempo en que el esplendor de esta verdad comienza a rasgar nuevamente las tinieblas de la existencia humana”, expresa Juan Pablo II.

Cada cual desde su campo de acción, humanidad preocupada por el ser más que por el tener, optando por la vida ante todo.

Al final de la visita en las Fosas Adreatinas de Roma, el Papa escribió en el libro de visitantes esta frase del salmista, que nos recuerda que la humanidad no camina en soledad: “Non timebo quia Tu mecum es” (“No tendré miedo porque Tú estás conmigo”).