No hacer nada, para que un pequeño sector financiero salga ganador

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El editorial de La Nación del 17 de junio hace un llamado para que les prestemos atención a las tasas de interés internacionales. La invitación parece inocente y con aires de predicción, pero en realidad responde al acucioso interés del editor de disuadir a los diputados de regular las arbitrariedades cometidas por los especuladores financieros en contra de nuestra economía.

Mientras advierte que no debemos cuestionarnos si las tasas de interés se ajustarán hacia arriba en los países desarrollados, porque existe la certeza de que así sucederá, realmente busca que no se tomen acciones relacionadas con los capitales golondrina ni con la banca de maletín.

Ciertamente es importante para algunos sectores del país que no se tomen acciones y se acuse al Poder Legislativo de su lentitud, aunque el gobierno hace rato pudo haber tomado decisiones. En lo que respecta a la banca de maletín, entre los ganadores por la inacción están algunos bufetes, representantes de las empresas receptoras de estos dineros, que a su vez ejercen la representación nacional de esos banqueros. Mientras tanto, con los capitales golondrina ganan algunos nacionales y extranjeros beneficiados por la especulación contra Costa Rica.

El editorialista recurre a criterios técnicos para inculcar temores infundados a quienes debemos tomar decisiones. No solo genera opinión pública –porque para algunos lo que dice La Nación es la verdad- sino que logra encubrir los intereses de quienes seguirían ganando a costillas de la manipulación del “mercado” cambiario de nuestro país.

Lo cierto es que tanto los capitales especulativos de corto plazo (conocidos como capitales golondrina) como las odiosas exoneraciones a la banca de maletín, están generando enormes pérdidas al Banco Central, provocan inflación y causan grandes pérdidas al fisco en exoneraciones de impuestos, entre otros efectos perjudiciales. Con este artículo, vestido de periodismo serio, se disimula la oposición a una legislación urgente y sana para el país.

La Ley de capitales golondrina es de acatamiento solo si el Banco Central así lo dispone, ya que es una medida facultativa y temporal, mientras que el proyecto de Ley de banca de maletín no encarece nada, ya que solo soluciona la competencia desleal y la exoneración de impuestos vigente para grandes empresas que operan en el país. Por eso, estas legislaciones no son una amenaza sino una herramienta.

Regresando al enfoque de temor que plantea el editorial, solo me permito recordarles que ni Goldman Sachs, ni Bloomberg, ni The Economist o el FMI lograron predecir la crisis financiera del 2008 antes de que explotara y, como vemos, aún se sienten las consecuencias de la crisis financiera iniciada por banqueros inescrupulosos en Estados Unidos. No solo no previeron la crisis, sino que algunos hasta son corresponsables.

Lamentablemente, el editorial no se pronuncia sobre las causas de fondo que hacen de las tasas de interés un motivo de preocupación para las finanzas públicas, como el enorme déficit que acumula Costa Rica por pagar gasto corriente –porque ni siquiera es para invertir-, tampoco se refiere a los desperdicios por duplicidad de funciones y el exceso de pago por las compras del Estado, ni propone cómo allegar recursos frescos a las finanzas públicas de manera justa y progresiva. Lo que sí hace este editorial es invitarnos -en conclusión- a mantener el desorden de hoy y no cambiar las condiciones actuales para garantizar las ganancias millonarias de algunos bufetes y especuladores. Por eso, solo nos queda una pregunta: ¿Quién o quiénes están detrás del editorial?