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Con el titular “Presidente de la Asamblea fustiga el escrutinio a políticos”, La Nación del viernes 21 de junio del 2013, en la página 10 A de la sección El País, emite afirmaciones que no se ajustan a la verdad.

No es cierto que yo fustigue “el escrutinio a políticos”, tal y como titula ese medio de circulación nacional. Todo lo contrario: tengo claro que quienes ostentamos una posición de poder en representación de la ciudadanía, estamos obligados a someternos al control popular, y es por eso que mi vida política y pública siempre ha sido un libro abierto. No tengo de que avergonzarme, pues mis actuaciones han estado apegadas a los principios éticos y morales más altos. Nunca he intentado servirme del puesto y, por el contrario, siempre he dado lo mejor para servir a mi país.

Mi discurso en el Plenario legislativo, el pasado día 11 de junio, al que hacen alusión la nota “Presidente de la Asamblea fustiga el escrutinio a políticos” y la columna Al Vuelo , publicada el 22 de junio del 2013 en la página 32 A, en el cual pido alzar la voz para que se comience a respetar a los políticos honestos, es un llamado a apreciar esta encomiable labor. Apoyo el control político y el trabajo que hace la prensa en aras del deber constitucional que tenemos todos los funcionarios políticos de rendir cuentas, en apego a lo dispuesto en el artículo 11 de la Carta fundamental. No obstante, repelo la noticia, pues no se ajusta a la verdad, y, precisamente, eso fue lo que sucedió con ambas publicaciones.

Reitero que no puedo ser beneficiario de la recalificación que se pretende en el Departamento de Servicios Técnicos de la Asamblea Legislativa, y a la vez aclaro que ese beneficio fue aprobado por el anterior Directorio legislativo, del cual yo no formé parte. Más bien, el Directorio actual, el cual presido, responsablemente suspendió la aplicación de dicho acuerdo, en espera de un criterio legal. Aclaro que, de acuerdo con los criterios establecidos por el Departamento de Desarrollo Estratégico Institucional de la Asamblea Legislativa, y que el periodista conoce, para ser beneficiado con la recalificación de puestos a “Profesional Asesor Parlamentario”, deben reunirse una serie de condiciones que el suscrito no ostenta, entre ellas, estar nombrado y desempeñando su trabajo de asesor en dicho departamento.

Por último, quiero dejar claro que no pretendo beneficio alguno de mi puesto. Estoy orgulloso de ser un político, pues la política dignifica y engrandece a un país. Espero que mi “súbito cambio del cuasi anonimato a la celebridad (…)”, como lo señala la filósofa Laurencia Sáenz en su columna Al Vuelo , también sirva para exigir a la prensa y, en este caso, a La Nación respeto y veracidad en sus publicaciones formadoras de opinión. Recuerdo mis lecciones de educación cívica, según las cuales los ciudadanos, además de deberes, tenemos el derecho a ser juzgados con la verdad.