¡No a la uve!

Si se eliminaran las idioteces, seríamos más inteligentes

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1996: estos cuatro guarismos, este símbolo, significa lo mismo para un hispano, un italiano, un alemán, un inglés o un árabe, lo mismo para todos los que utilicemos la numeración arábiga para expresar cantidades; pero cada uno, según su diferente lengua, los leerá diversamente. Significan lo mismo, pero no se leen de la misma manera. Esto es así porque los guarismos son ideogramas, símbolos que expresan ideas, significados, pero no sonidos.

Las formas de escritura avanzada representan sonidos en lugar de ideas, y han elegido esta vía por ser más económica, pues hasta un niño puede aprender a leerla, en tanto que los ideogramas requieren dedicarse a ellos toda una vida, y nunca se acaban de aprender. Para poder establecer estas escrituras, de alguna manera hubo que representar vocales y consonantes mediante signos que, leídos, permitieran reproducir la palabra, la pronunciación al menos, pues la entonación no ha sido posible mostrarla eficazmente. Pero esto se ha logrado, por tanteo, en unos idiomas más y en otros menos.

El alemán, por ejemplo, es prácticamente fonético, es decir, que como se lee se pronuncia: el inglés, un verdadero "arroz con mango" pues hay que saberse de memoria cómo se pronuncia lo que se lee. Tanto así, que el gran escritor británico Bernard Shaw dejó un importante legado para que se investigara y estableciera una escritura fonética del inglés, pues no podía aceptar que, por ejemplo, la palabra "GOTHI" se pronunciara igual que la palabra "fish", como en realidad resulta si GH se pronuncia como en "enough". O como en "women" y TI como en "nation". El trabajo se hizo, pero los angloparlantes no lo han querido poner en práctica, por un acendrado, pero pernicioso, amor a la tradición, aquello que el ilustre sociólogo francés Durkheim acertadamente llamó "la imitación extralógica".

En español las cosas no son tan graves como en inglés, pues nuestra escritura da una buena aproximación de la pronunciación correcta, aunque no distingue suficientemente entre la muy grande diversidad de sonidos consonantes en nuestra lengua, por ejemplo, las dos D de dedo suenan diversamente, pero las designamos igual. Pero esto no es grave, excepto con unas letras que no corresponden a sonido alguno de la lengua: la uve es una de ellas, que por lo menos desde el siglo II antes de nuestra era no se pronunciaba, razón por la que entonces nuestra pronunciación era motivo de mofa para los romanos, quienes decían que los de Hispania éramos gentes muy felices pues para nosotros "vívere" (vivir) era lo mismo que "bíbere" (beber).

A pesar de que v es igual a b, seguimos teniendo dos signos separados, ¿para qué? Por imitación extralógica, por seguir escribiendo como se escribieron las palabras otrora, cosa que -cuando les da por argüir- los letrados tienen por algo muy importante, pues así recordamos las raíces de las palabras, su proveniencia y alcurnia. Cosa que los expertos saben, que los diccionarios reportan y que a los demás mortales nos importa exactamente un bledo. Mantenerla sirve también para que nos endilguen nuestra ignorancia, nuestro mal gusto al escribir cacográficamente, nos pongan mala nota en las composiciones escolares y nos obliguen a aprender más reglas ortográficas de las necesarias, de las útiles y de las convenientes (olvidándose, de paso, el lema de Sherlock Holmes, según el cual por cada cosa que se aprende hay otra que se olvida... sin que, por desgracia, sepamos lo que estamos borrando de nuestra memoria para poner lo nuevo, que por lo tanto debería ser algo útil y no basura, como los intríngulis de la uve).

Cuánto más progresaríamos si, en lugar de las reglas ortográficas de cuándo uve y cuándo be, se dedica el esfuerzo correspondiente a aprender las fórmulas notables del álgebra, o el correcto uso del gerundio, o el futuro de subjuntivo, o la "Patriótica costarricense" bien entonada, o cualquier otra cosa útil, en lugar de esa carlanca de distinguir con dos signos diversos el mismo sonido.

Si eliminaran del programa de estudios las idioteces, tal vez seríamos más inteligentes, y al serlo quizás seríamos más ricos o hasta más felices. ¡Y lo que vale para la uve y la be, vale también para todo lo demás que esté sobrando.

Se non è vero, è ben trovato!