Nery vino desde atrás

El triunfo de Nery Brenes contrasta con la mediocridad política y social del país

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Desde atrás vino Nery Brenes para ganar el primer oro para Costa Rica en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011. Desde atrás, rebasando a los demás competidores, y aplastando las críticas destructivas, chotas, chambonadas y demás demonios que persiguen la carrera de este brillante atleta. Irónicamente, mientras Nery cruzaba la meta de primero, la selección de futbol recibía su tercer gol por cuenta de México, en las mismas justas.

Debe ser difícil correr en contra de todo, pero especialmente en contra de un pueblo mediocre, que también corre mucho, pero sin dirección y sin motivación más que el bienestar individual, todos contra todos; que no les presta atención a sus atletas, pero que salta de rabia cuando se niegan a competir en condiciones que podrían comprometer su riguroso y delicado programa de preparación, o que se resiente cuando no atienden a su prensa después de una competencia extenuante.

Desde atrás vino Nery, desde Costa Rica, donde hacer deporte está in , pero el porcentaje de sobrepeso iguala al de los Estados Unidos, con un vergonzoso 60% en varones adultos ( La Nación , 27/4/11), y cada carrera atlética o competencia recreativa de ciclismo es un desfile de modas, con muchos accesorios de revista, pero poco talento y esfuerzo.

Corrupción y racismo. Desde un país que premia al vivazo que burla al sistema y castiga al honesto que pretende hacer las cosas bien. Desde un lugar donde 70 parejas están desilusionadas porque fracasó su intento de adoptar, al no encontrar en el PANI un niño “blanquito, que no tenga origen nicaraguense o indígena” ( La Nación , 23/10/11); donde 9 de cada 10 conductores violan el límite de velocidad, y todos, Gobierno, prensa y pueblo, se dedican a pasarse el santo de exactamente dónde están las cámaras, cuánto por encima del límite es lo más rápido que se puede circular sin ser multado o con qué líquido se puede rociar la placa para que no sea captada, luciendo la madurez de un niño de 12 años. Nery salió de un país que se come las uñas porque su Sistema de Seguridad Social está al borde del colapso, al tiempo que los empleados de la CCSS dejan a los (muy) pacientes haciendo fila para realizar una competencia de ciclismo un viernes por la mañana (Hospital Max Peralta, 21/10/11).

De un país donde cada vez que se habla de impuestos, los ricos se levantan furiosos, amenazando con dejarnos sin sus santísimas inversiones, torciendo brazos para finalmente salirse con la suya.

Consumismo superficial. De un país de malles llenos y parques nacionales vacíos; de teles de plasma, iPads y smartphones por doquier, pero ciencia, investigación, deporte, cultura y desarrollo artístico anémicos; de carros último modelo y enormes deudas bancarias, donde hasta un par de tenis puede pagarse a crédito. Atrás, de un país donde un grupo musical de nombre playero, cuyas letras evocan el rescate de valores se convierte en la excepción a la regla, gracias a una “decisión ministerial”, tal cual Imperio romano ( La Nación , 21/10/11).

Nery viene de un país donde la palabra carrera, en el contexto de la educación superior, es entendida como la menor distancia que separa a un bachiller de secundaria de un trabajo que le permita comprar ese tele plasma, tener ese smartphone , endeudarse para pagar ese carro del año, ir vip a cuanto concierto haya en el Estadio Nacional, echarse las birras en un bar de Escazú y almorzar todos los días en el mall .

Nery viene de muy atrás, de un país donde las noticias parecen bromas, donde cualquier incomodidad termina en el escritorio de un magistrado constitucional; es un país que solo toma dictado, política, económica y socialmente, con ciudadanos que no se cuestionan nada; un colectivo social crecientemente desigual, indisciplinado, ignorante y egoísta, que es víctima y victimario y que, a diferencia de Nery, se quedó atrás, en el último lugar de su competencia.