Naranja: el nuevo color de la esperanza

El talento creativo ya es una de las habilidades más rentables para ayudar a los jóvenes.

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La economía naranja plantea un nuevo paradigma, en el cual la creatividad es su eje y su centro. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la definió, en el 2013, como “el conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales”. Es aquel sector poseedor del talento y la creatividad como insumos principales. La “economía naranja” contribuye a generar riqueza y valor; origina empleos e impacto social.

América Latina y el Caribe poseen una oferta inigualable de talento para competir en la economía global, para generar puestos de trabajo, crear prosperidad o superar adversidades. La región tiene la obligación de potenciar y aprovechar al máximo el talento de sus creativos y emprendedores, y facilitar su inserción en el nuevo modelo mundial.

Sin embargo, las ideas y conceptos claves son desconocidos para una enorme cantidad poblacional y, lo más preocupante, se encuentra ausente del debate público y privado, y débilmente representado en políticas públicas de muchos países, incluido el nuestro.

La economía creativa o economía naranja, representa una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y, por supuesto, la herencia cultural de nuestra región. Comprende los sectores donde el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual, a saber: artes visuales y escénicas, arquitectura, artesanías, cine, diseño, contenido editorial, investigación, desarrollo, juegos, juguetes, moda, música, publicidad, software, televisión, radio y videojuegos.

Esta economía alcanzó mundialmente los $4,3 billones en el 2011. Algo así como el 120 % de la economía de Alemania o dos y media veces los gastos militares del orbe. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo, entre el 2002 y el 2015, las exportaciones de bienes y servicios creativos crecieron un 134 %.

Por ello, debería convertirse en una prioridad para Costa Rica, y el resto de América Latina, retener, atraer, contener y reproducir el talento de un segmento de la población que, por lo general, se encuentra minusvalorado socialmente y pobremente remunerado. Además, como estrategia, debería formar parte de los planes de desarrollo.

Para esto último, y de acuerdo con el Informe Emprender un Futuro Naranja, del BID, como un mecanismo eficiente de integración y, por lo tanto, de progreso y desarrollo, debe legislarse y regularse en propiedad privada, propiedad intelectual, protección laboral, seguridad social, subsidios, impuestos, derechos humanos, libertad de expresión, reconocimiento a las minorías, tolerancia y participación, entre otras materias.

Emprendimientos culturales. Adicionalmente, en conjunto con el marco legal, es urgente y necesario fortalecer la infraestructura cultural, las actividades artísticas y el patrimonio nacional, pero también fomentar las actividades económicas creativas y culturales, incluido el emprendimiento como eje estratégico.

De acuerdo con el Creative Industries Report, de la organización Creative Many, “la creatividad será el principal atributo del futuro”. El informe The Future of Jobs, elaborado por el Foro Económico Mundial, indica que en el 2020 la creatividad será la tercera habilidad más relevante en la fuerza laboral (décima posición en este momento).

Según datos de ese estudio, los emprendedores latinoamericanos tienen un marcado interés por contribuir a asuntos de relevancia social, como la equidad de género, la educación de calidad y el crecimiento de las industrias sostenibles. Aunque la tecnología no garantiza un beneficio social por sí misma, los emprendimientos creativos servirán para combatir la pobreza, promover formas sostenibles de desarrollo y reducir el deterioro del medioambiente causado por el uso creciente de los recursos naturales.

El BID lanzó la campaña Región Naranja, mediante la cual convocará a las mentes más creativas y activas de América Latina y el Caribe y a expertos internacionales para convertir la región en el hub de la creatividad. Representa el punto de partida para que los países unan esfuerzos y promuevan la creatividad como pilar del desarrollo regional.

Costa Rica afronta un momento crítico en desarrollo, y necesita mantenerse en el vehículo del progreso, pero su motor, la gente joven, la más numerosa de toda nuestra historia, se enfrenta a condiciones adversas y desventaja estructural.

Revertir la situación de los jóvenes tiene en la economía naranja una oportunidad, pero para ello debe ser comprendida, apropiada y el Estado en su conjunto asumir una actitud proactiva. Actuar hará la diferencia de nuestra calidad presente y futura.

El autor es médico pediatra, exjefe de la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños.