Modas que matan

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Costa Rica. Marzo del 2016. Una mujer primeriza decide dar a luz de cuclillas, en una piscina inflable con agua y bajo la guía de dos parteras en su casa. ¡Está de moda! El cuarto con velas e inciensos.

Ella toma infusiones de hierbas conseguidas en el mercado, según indicación de las comadronas; además, la casa “se ha desinfectado” con vinagre.

La parturienta está segura porque así la han convencido de que es grave la afectación del vínculo de un recién nacido separado de su madre al parir para ser limpiado por los médicos.

En trece horas de labor, la primeriza no dilata, y cuando las parteras creen que lo está logrando, la meten a la piscina con agua donde más bien “se cierra”. El parto natural es ya misión imposible. Traslado de emergencia a un hospital privado para que la atienda el ginecólogo que recomiendan. El ancho de pelvis anunció, desde siempre, cesárea, y no se dieron cuenta.

Es esta una más de esas modas que matan, o que por lo menos comprometen la salud y la calidad de vida.

Un día de angustia materna y sufrimiento fetal para terminar con un parto por cesárea. Ninguno falleció; ojalá el bebé no tenga secuelas.

La autora es odontóloga y especialista en salud pública.