¡Mía o de nadie!

Al 10 de noviembre, el Inamu registraba 45 muertes violentas de mujeres

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Kattia Vargas Azofeifa tenía 44 años. La mañana del pasado domingo 19 de noviembre fue asesinada con un arma blanca por su esposo, el padre de sus dos niñas y su hijo varón, quienes estaban en la casa cuando él la mató.

Shirley Jiménez Leitón murió el 10 de marzo de este año, tenía 26 años. Su pareja la atacó con un machete hasta matarla. Esto sucedió delante de su hija de apenas 8. Él sabía que ella iba a dejarlo, y antes de que eso sucediera la asesinó en su casa ubicada en Naranjo de Alajuela.

Crisley Martínez Rodríguez, quien apenas tenía 19 años, recibió varios disparos del arma accionada por su novio, 36 años mayor que ella. Esto sucedió en La Fortuna de San Carlos, el 30 de octubre pasado.

Ana Vargas Artavia murió de un disparo en la cabeza el 17 de agosto. Ella tenía 40 años. Su novio la asesinó en su casa en La Garita de Alajuela.

Cifras de horror. Al pasado 10 de noviembre, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) registraba 45 muertes violentas de mujeres; 12 de ellas tipificadas como feminicidios por la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres; otras 12, desde la definición ampliada de violencia contra las mujeres, consignada en la Convención de Belém do Pará; 9 más se encuentran aún en investigación, a fin de constatar las circunstancias en las que perdieron la vida.

El feminicidio es la expresión última y más dramática de la violencia de género, la cual tiene una clara dirección: tiene como objetivo las mujeres, sin importar su edad, su color de piel, su nacionalidad, su nivel socioeconómico. Las muertas comparten entre sí una única condición: la de ser mujeres en una sociedad que enseña a sus hombres a odiarlas, especialmente a aquellas que los rechazan.

La violencia intrafamiliar no es la única expresión de la violencia en contra de las mujeres, la lista crece y se alimenta con nuestro dolor y nuestro miedo, e incluye, entre otras, la trata con fines sexuales, el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia, el acoso sexual en los espacios públicos, la explotación sexual comercial, la prostitución forzada, la violación.

Llamado a la reflexión. Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres como un llamado a reflexionar en torno al hecho de que la violencia siega la vida de decenas de mujeres adultas, cada año, en Costa Rica por el solo hecho de ser mujeres.

Este flagelo les roba la inocencia a cientos de niñas, anualmente, en nuestro país. Esto sucede debido a que habitamos en un planeta en el que, a pesar de ser la mitad de la población, nosotras somos tratadas como ciudadanas de segunda categoría y como mercancía desechable, cuerpos que pueden ser usados, ultrajados, mutilados y desechados por aquellos que se consideran sus dueños.

Cada vez que el calendario llega a esta fecha, lo hace con una invitación a comprometernos con la justicia, la igualdad, y la paz. El derecho a vivir vidas libres de violencia puede parecer una utopía, un sueño que, colocado en el corazón y la mente de una sola persona, puede ser percibido como una locura.

Cuando este mismo sueño colonice la vida de algunas más, estaremos frente a una esperanza, y cuando haya contagiado a muchas otras, nos encontraremos a las puertas de una verdadera transformación, esa que justamente necesitamos.

La autora es psicóloga.