Mercado de valores: ¿para quiénes?

Hay razones de peso para ser vigilantes frente al desarrollo del mercado de valores

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En su reacción a un artículo mío publicado en este diario (“Eurobonos: ¿necesidad o negocio?” , 05/12/2012), José Rafael Brenes ( “Necesitamos desarrollar el mercado de valores” , Foro , La Nación , 13/12/2012), miembro del Consejo Nacional del Mercado de Valores, me acusa de “alarmista” por exponer un conjunto de hechos preocupantes y exigir que haya transparencia en los planes para desarrollar el mercado de valores y, en general, en cuanto al papel de las instituciones encargadas de regir y supervisar el sistema financiero nacional.

Para descalificar mi legítima preocupación, el señor Brenes obvia los hechos concretos que sustentan mis argumentos y presenta un panorama idílico sobre la reforma del mercado de valores, de la cual él es uno de los pocos elegidos por el vicepresidente Luis Liberman para tomar decisiones sobre su diseño. Esto me obliga a recordar las razones de peso que me llevan a estar vigilante sobre este importante tema:

1 . El Sr. Brenes afirma que existe transparencia porque “el público en general puede consultar en la página de Internet del Banco Central de Costa Rica, en la sección 'Publicaciones' ”.

Esto es verdad. Ahora. Porque, previamente, el artículo 7 del Decreto Ejecutivo No. 37151-H, emitido por el señor Liberman, declaraba “confidenciales” las deliberaciones y resoluciones del Consejo al que pertenece el Sr. Brenes. Como consecuencia de que advertí que lo impugnaría en cuanto fuese publicado en La Gaceta , el Poder Ejecutivo tuvo que emitir otro decreto, el No. 37249-H, firmado por la presidenta Chinchilla, que derogó ese artículo 7, y por eso hoy existe acceso público a cierta información.

2 . El principal bien que transan los mercados de valores es información. Y esta tiene que ser transada en condiciones transparentes y en igualdad de condiciones para todas las personas. Cuando esa información no es transparente ni igual para todos, suceden las crisis financieras que llevan a la quiebra a algunas empresas que intermedian esos valores y, por supuesto, a las personas trabajadoras cuyos ahorros y pensiones estaban invertidos en productos generados por esos intermediarios.

Pero resulta que, durante la reunión en el Club Unión realizada este año en la que el Banco Central, el Conassif y el Banco Mundial dieron a conocer el plan para el mercado de valores, el propio señor Brenes hizo una pregunta para que le clarificaran cuáles serían las potestades del Consejo y cuáles las del Conassif. Y aclaró: “Hablo, no como miembro del Consejo, sino como miembro del mercado”. ¿Qué mejor ejemplo de que esta reforma es planeada por quienes son jueces y parte de ese mercado? Porque el Sr. Brenes es integrante de ese Consejo, pero también es gerente de la Bolsa Nacional de Valores, una entidad privada. La voz que está ausente en ese Consejo es la de las personas cuyos ahorros y pensiones se quieren invertir en los papeles o “productos” que negocian quienes son jueces y parte en ese mercado.

Tampoco hay presencia de especialistas de las universidades públicas ni de la Defensoría de los Habitantes, quienes pueden aportar un criterio independiente porque no están vinculados a ese mercado, y por eso pueden proteger y cautelar mejor los intereses de ahorrantes y pensionados que se quieren poner en juego y en riesgo.

Cito otro ejemplo de por qué mi preocupación está bien fundamentada. Se trata de la respuesta dada por el nuevo jefe de la Sugef, Javier Cascante –después de asumir el cargo–, cuando fue entrevistado por el semanario El Financiero sobre proyectos de interés del Ejecutivo, como el de los fideicomisos de obra pública.

El superintendente respondió: “La labor de la supervisión es técnica, no política. Cuando yo era superintendente de pensiones me buscaron muchos políticos para intentar que yo estuviera de acuerdo con utilizar los fondos de pensiones para hacer carreteras y casas de interés social. Lo que pasa es que los fondos de pensiones son para pagar pensiones, no para hacer carreteras. Hay cosas que el sistema financiero puede facilitar y otras que no se pueden canalizar por el sistema financiero. Mi posición es totalmente técnica, no política, y sé que el principal riesgo en el sistema financiero aquí y en todas partes siempre es el riesgo político”.

Es decir que este superintendente también les puede haber salido “guero”, pues recordemos que el anterior, Francisco Lay, también se opuso a dar vía libre a estos fideicomisos mientras no lo permitiera la Ley de Contratación Administrativa. Cuando Lay renunció, también denunció la existencia de una voluntad política, en el Banco Central, de desconocer las jurisdicciones de las superintendencias como órganos de desconcentración máxima, y de centralizar peligrosamente el poder en el Banco Central y el Conassif. ¿O habrán trasladado al Sr. Cascante de la Supén a la Sugef precisamente por su manera de pensar?

3 . ¿Qué estoy alarmado? Por supuesto que sí. Porque uno de los objetivos explícitos del plan aprobado por el Consejo que integra el Sr. Brenes es crear fideicomisos con los ahorros de las pensiones y con las reservas de los seguros obligatorios y solidarios para invertirlos en infraestructura, energía y vivienda. Y, para el año 2013, el cronograma de este plan contempla la “apertura efectiva del mercado primario” no solo al interior de Costa Rica, sino para El Salvador y Panamá (el mercado llamado Amerca) y para Chile, Perú y Colombia (el mercado llamado MILA). ¿Qué riesgos implicará esto para esos ahorros y pensiones solidarios que el exclusivo club de quienes hacen negocios en el mercado de valores quieren poder usar?

4 . Finalmente, Sr. Brenes, no me opongo a que se debata y estudie la manera de desarrollar un mercado de valores que realmente pudiera servir para mejorar el país. Pero estoy convencido de que, para que esto sea posible, en la discusión tienen que participar especialistas y representantes legítimos de quienes son los dueños de esos ahorros y pensiones, y no únicamente un puñado de personas que son jueces y partes de las empresas intermediarias del mercado de valores. Sobre todo porque sus ideas de lo que es el desarrollo suele estar muy alejada de las necesidades de las mayorías.