Menos solidarios y menos democráticos

Cada vez son más los costarricenses que simpatizan con conductas autoritarias

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Amplios sectores de la población muestran una conducta egoísta e individualista, así como desprecio hacia los más débiles, en contraposición a nuestra acostumbrada solidaridad social.

Cada vez son más los costarricenses que simpatizan con conductas autoritarias y que elogian los desplantes arbitrarios en el ejercicio del poder político, evidenciando una frágil adhesión a nuestro tradicional sistema democrático.

El sincretismo de esas nuevas conductas constituye un peligro para la convivencia social, ya que la práctica de la solidaridad y el apego a los principios democráticos fueron valores intrínsecos de nuestra idiosincrasia que facilitaban la cohesión social y nos distinguían como nación.

La ausencia del sentido de justicia y equidad, y el hechizo por el estilo mandón y despótico, inclina a los individuos a abrazar ideas políticas extremistas, concretamente, las del nuevo conservadurismo radicalizado, corriente política que describe la politóloga austríaca Natascha Strobl, catedrática de la Universidad de Viena, en su libro La nueva derecha.

El conservadurismo radicalizado, al contrario del conservadurismo clásico —de estilo gradualista y cuyo objetivo fundamental es la conservación de las condiciones existentes o statu quo—, lo que pretende es una rápida transformación de la sociedad, pero desmantelando la democracia.

Una de las características de ese extremismo de derecha, dice Strobl, es su odio por la llamada “corrección política”, que combina todo lo que ese sector desprecia, por ejemplo, el feminismo, las políticas LGTB, el antirracismo.

Se distinguen por crear polarización en lugar de consenso, por considerar al adversario político un enemigo que hay que eliminar y por actuar sin respeto hacia las reglas tácitas del mundo político, en el que, independientemente de los antagonismos, todos se tratan civilizadamente y oficialismo y oposición desempeñan cada uno su papel.

Romper esas reglas informales de la política mediante la utilización del insulto, la mentira, un lenguaje irrespetuoso, expresiones indecentes y discursos de odio da pie a los seguidores para las groserías, la violencia verbal y las agresiones en la redes sociales.

El conservadurismo radicalizado se basa en la figura de un líder mesiánico, evita todo diálogo, actúa como víctima o mártir, se distancia de la imagen del político tradicional y usa un lenguaje absoluto, megalómano, lleno de superlativos.

Sus colaboradores están solo para consentir, no para disentir, y sus seguidores son fanáticos o incondicionales, para quienes todo lo que diga el líder es cierto y toda crítica es ilegítima.

Su discurso en contra del sistema se basa en acusar al parlamento y al poder judicial de constituir un obstáculo para una eficiente gobernanza, y a los medios de comunicación críticos, de difundir noticias falsas.

Hacen promesas atractivas que no necesitan cumplir, porque siempre pueden acusar a otros de no permitirlo.

Sus acciones persiguen erosionar la división de poderes, puesto que el poder ejecutivo carga contra el poder judicial, el poder legislativo y las entidades de control, en un indudable proceso contra la institucionalidad y el sistema democrático.

Los políticos de oposición, los medios críticos y los intelectuales son objeto de despiadada persecución y frecuentes ataques.

Ejercen una campaña permanente y arrastran a la oposición a constantes escaramuzas, e igualmente con provocaciones y refutaciones, propagadas por los medios de comunicación simpatizantes, degeneran y enlodan el debate público.

Un claro exponente del conservadurismo radicalizado de esa nueva derecha es, sin duda alguna, el expresidente estadounidense Donald Trump. Pero, aunque sea solo en menor grado, se puede afirmar que Rodrigo Chaves es uno de ellos.

El deterioro de la solidaridad social y de los valores democráticos que Costa Rica experimenta es un factor que ha contribuido recientemente al éxito de opciones populistas, lo que sería catastrófico si, en un futuro cercano, esas opciones acumularan el poder suficiente para anular los pesos y contrapesos de nuestro Estado de derecho.

luisparisc@yahoo.com

El autor es exembajador.