Me salió la voz y decidí hablarles... aunque no escuchen

Si pudiera hablarles a las personas que representan la justicia en este país, esto les diría

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La verdad es que el mundo tiene un ritmo tan acelerado que esperar a que se detuviera por mí fue algo muy pretencioso de mi parte. Quizá, si tuviera la oportunidad de hablarles a todas esas personas que representan la justicia en este país y que ven mi historia como un caso más (un caso de los muchos que llegan día a día a sus oficinas y que no representan más que interrupciones para llegar a su hora de almuerzo), les diría algo como esto:

Por dicha, ustedes no tuvieron meses de pesadillas, no sintieron asco de sus cuerpos, de su mente absurda y confiada, no tuvieron miedo de salir a la calle y de tomar agua siquiera, jamás pensar en una cerveza.

Por dicha, ustedes probablemente no conozcan lo que se siente despertar sintiéndose nada, sintiéndose vacía por dentro.

Por dicha, no han sentido lo que es que le arranquen a uno el alma del cuerpo.

Por dicha, ustedes no ven muchos rostros y se preguntan cuál de todos fue el que lo hizo.

Por dicha, si se quitan los calzones es porque quieren y porque tienen el poder de decidirlo.

Por dicha, ustedes realmente no saben, aunque crean que sí.

Por dicha, están de ese lado y no de este, porque este lado, no se lo merece nadie. NADIE.

Pero ustedes, quizá con tanto papeleo, no tienen tiempo de pensar lo que es despertar en otro universo con la vida totalmente cambiada.

Quizá entre tanto papeleo no pueden pensar en los nombres y las vidas que están ahí descritas. En qué sienten esas personas que con detalle tienen que narrar, escribir y casi dramatizar su siniestra escena una y otra vez.

Yo no sé si lo que ocupaban era sangre, gritos no ahogados y moretes para creer que, aunque estaba ahí de pie y con la memoria robada, por dentro estaba muerta y llena de verdades en la piel.

Yo de ustedes solo pedía respuestas, pero al final las respuestas se las llevó el mar, se quedaron enterradas en la arena o dentro de mi cuerpo.

Las respuestas se ahogaron y yo me apagué poco a poco, cansada de esperar por ellas, cansada de esperar que ustedes, los que saben buscar esas respuestas, no consideraran mi caso como algo digno de su valioso tiempo para encontrarlas.

Pero al final de cuentas, esto es solo una derrota más en este camino pedregoso. Cuando se va perdiendo la fe poco a poco, ya no es tanto el golpe, como que uno se hace la idea de que ustedes van a fallar y lo hacen. Le fallan a la gente, una y otra vez, se tragan su tiempo, su esperanza y su sed de justicia.