¡Más respeto a los creadores!

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Los Premios Nacionales de Cultura, máximo galardón para lo creadores (que dieron lustre al período ministerial de don Alberto Cañas, a principios de la década de los setentas) han ido perdiendo calidad y señorío en los últimos años por el poco respeto que las autoridades culturales han dado a su otorgamiento.

El interés de cambiar la ley que dio origen a la creación de estos premios ha permitido que el Ministerio, y las personas encargadas de la escogencia de los jurados, y del otorgamiento correspondiente, los hayan convertido en una burla para los creadores.

¡Cómo es posible que el teatro –del cual tuvimos una buena muestra el año pasado– y las artes plásticas –que igualmente presentaron trabajos dignos de ser tomados en cuenta– se hayan visto menospreciados por la inoperancia de aquellos que tuvieron un año entero para la escogencia de los jurados que entregarían el fallo correspondiente!

Omisión. El hecho de haber tratado durante meses de hacer que la Asamblea Legislativa diera luz verde a un remedo de ley que desvirtuaría la importancia de estos premios nacionales, ha servido de pretexto para que su otorgamiento se haya dado a brincos y a saltos y para que, finalmente, se hayan omitido galardones tan importantes como los de las categorías de Teatro y Artes Plásticas.

Esto desdice mucho del trabajo meritorio que en otros ámbitos ha llevado a cabo Manuel Obregón, actual ministro de Cultura, ya cerca de terminar su período.

¡Lástima que exista este lunar en la labor encomiable que ha alcanzado el señor Obregón en otras áreas!

Todavía hay tiempo de “desfacer entuertos”, como diría el Quijote, y de nombrar (aunque el tiempo apremia antes de su entrega oficial en el Teatro Nacional) a jurados integrados por gente conocedora que pueda escoger adecuadamente los premios nacionales en Teatro y Artes Plásticas. ¡Su importancia lo merece!