Más colegios técnicos para San José

Invertir en educación es la vía más efectiva para prevenir la inseguridad ciudadana

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Desde el siglo XIX, cuando san Juan Bosco inició en Italia sus programas para rehabilitar a los niños y jóvenes de la calle condenados a la pobreza por medio de la enseñanza y la formación profesional, se puso de manifiesto el enorme poder de la educación como una de las herramientas más eficaces para generar desarrollo humano y económico y promover la movilidad social.

En días recientes, el director, padres de familia, alumnos y vecinos del Liceo Roberto Brenes Mesén, de Hatillo, me han solicitado que, como alcalde de San José, y con respeto a las competencias del Ministerio de Educación Pública, interceda ante el titular de dicha cartera, así como ante la señora presidenta de la República, doña Laura Chinchilla, con el fin de que ese centro de estudios se convierta en un colegio técnico profesional, una idea que comparto y avalo con gran entusiasmo.

El objetivo es que las nuevas generaciones que allí se forman –sin renunciar a la posibilidad de continuar con su aprendizaje en la Universidad o en las instituciones de formación superior técnica-- terminen sus estudios de secundaria siendo poseedores de un oficio, el cual les permitiría incorporarse al mercado laboral y romper, de esta manera, el ciclo de la pobreza.

Este es un momento ideal para realizar esa gestión, debido a que, en esa misma zona, se desarrollarán importantes infraestructuras recreativas y deportivas, con motivo de los Juegos Deportivos Centroamericanos “San José 2013”.

Algo análogo sucede en el distrito de Pavas, donde hemos venido proponiendo que el Liceo de Pavas se convierta también en un colegio técnico profesional, para ofrecer oportunidades a los jóvenes de sectores como Rincón Grande, que están en grave riesgo social.

Combatir la delincuencia. Ahora que hay una justificada preocupación por la seguridad ciudadana, la sociedad casi siempre olvida que la violencia y la delincuencia son en buena medida el resultado de una crisis estructural, de la falta de oportunidades y de los problemas de distribución de la riqueza. A ello se une el deterioro de las instituciones del Estado del bienestar que ha experimentado Costa Rica en los últimos años. La cultura del consumo irracional e insostenible, la inmigración ilegal, las drogas, la pérdida de valores éticos y morales y la falta de alternativas para construir un proyecto de vida han conformado un caldo de cultivo que genera individuos casi condenados a convertirse en antisociales.

Sin embargo, la creación de instituciones de educación secundaria que, a la par del currículo académico, enseñen un segundo idioma y un oficio, especialmente alguno relacionado con las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones, así como los llamados “empleos verdes”, puede ser la vía más efectiva para prevenir los fenómenos que están en la raíz de la inseguridad ciudadana.

Otra comunidad en la que es urgente crear un centro de estudios que incorpore el aprendizaje de un oficio es La Carpio.

Un colegio en este sector tan conflictivo se convertiría en un icono de la voluntad de sus habitantes de borrar los estigmas que los acompañan y, además, abriría oportunidades de movilidad social inéditas para una gran cantidad de jóvenes que desean incorporarse a la sociedad como personas productivas.

La Municipalidad de San José lucha día con día por fortalecer su Policía Municipal y por mejorar el clima de seguridad ciudadana en la capital; no obstante, estos tres colegios técnicos que aquí propongo harían mucho más por combatir la delincuencia, que el emplazamiento de un batallón de policías en cada una de esas comunidades.

Serán los lápices y no las balas los que logren acabar con la violencia y la delincuencia en la Costa Rica del futuro.