Los educadores están arrinconados

Precisa eliminar cargas administrativas sobre la docencia y mejorar condiciones para ejercerla

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La digna consideración al educador, la calidad del tiempo dedicado a la docencia y el respeto a su práctica son esenciales.

Urge defender una docencia libre de contaminantes administrativos y de acciones ajenas a ella. El educador tiene derecho a ejercer con sus mejores capacidades y tiempo posible, con su mejor salud física, mental, social, espiritual y familiar. Tiene derecho a su tiempo libre, como otros profesionales que no llevan trabajo para hacerlo en casa y descuidar a su familia.

Docencia mezclada con asuntos administrativos interrumpe y ofusca al educador, perjudica el aprendizaje de los alumnos e inicia el irrespeto a la dignidad de aquel, pues lo convierte en “hacedor de todo”, desvirtúa su misión y le expone a la crítica indebida. La docencia de calidad necesita respeto, respaldo y apoyo.

Factores desmotivantes. El país invierte mucho dinero en educación y muchos prefieren centros educativos privados. ¿Tendrán los docentes tanta tarea administrativa ahí? Exceso de tareas administrativas anula al docente, lo desmotiva, amenaza y atemoriza ante legalismos y acoso, y le resta momentos esenciales para la formación de personas.

Precisa eliminar cargas administrativas sobre la docencia y mejorar condiciones para ejercerla. El docente no puede ser el punto más débil, ni el que resulte culpable. La defensa del ejercicio competente de la docencia es un desafío para el Ministerio de Educación Pública (MEP) y las organizaciones magisteriales, si se busca educación de calidad. Debe escucharse a los docentes para formular políticas, en vez de ver mal a los que se defienden, opinan y piensan diferente.

Sobrecarga. Costa Rica tiene un vacío en la formación de la persona. Programas cargados de mucha información inútil. Falta formación en valores, en familia, en ciudadanía. Falta educación para la libertad responsable, la expresividad, la creatividad, el conocimiento de sí mismo, la sana convivencia, el desarrollo del ser y del saber ser; eso vale más que papeles y datos engavetados y sin uso.

No pocos docentes se sienten arrinconados hacia la mediocridad, denigrados, perseguidos, irrespetados en su profesión, con jornadas extenuantes, con su espacio y tiempo reducidos en el aula, con su derecho a descansar muy limitado, abandonados por el MEP y las organizaciones magisteriales, limitados en su derecho a ejercer la docencia en forma debida.

Eso no conviene a los alumnos, ni a los padres, ni al país, ni a los mismos educadores, porque, definitivamente, resta calidad a la educación.

El autor es educador.