Los cuestionamientos de Ottón Solís

El diputado nunca ha precisado desde cuándo considera que todo en el PLN es corrupto

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El diputado Ottón Solís, al censurar las intenciones de un grupo de jóvenes del PAC que propusieron utilizar los recursos del Gobierno en beneficio de los intereses partidarios, dijo que “son personas corruptas” “que deberían pasarse a Liberación o a la Unidad”.

Ya el pasado 13 de enero, refiriéndose al supuesto ofrecimiento de un cargo de embajadora a la procuradora general de la República, por el entonces viceministro de la Presidencia, Daniel Soley, había expresado que “comprar el silencio con puestos es un acto de corrupción detestable”, y añadió que eso demostraría que el viceministro “sigue siendo liberacionista hasta las entrañas”.

El odio patológico y obsesivo de don Ottón hacia el PLN, no le da derecho a afirmar de forma irracional que ser liberacionista es ser corrupto o que todo acto de corrupción necesariamente proviene de un liberacionista.

Es tan disparatada e insensata esa generalización, que no es posible creer que don Ottón pueda considerar que su hermano Alex, “un liberacionista hasta las entrañas”, que se mantiene dentro del PLN y que aspiró recientemente al cargo de secretario general de ese partido, sea un corrupto por esa preferencia partidaria.

Por otra parte, don Ottón nunca ha precisado desde cuándo considera que todo en el PLN es corrupto. Nunca ha dicho si así lo era cuando él fue ministro en el primer gobierno de Óscar Arias o cuando tuvo una destacada participación en la campaña de Carlos Manuel Castillo en 1990. Tampoco ha manifestado si cuando fue diputado figuerista en el período 1994-1998 o cuando era un activo dirigente corralista en la campaña de 1998, ese partido ya estaba corrupto y si quienes entonces eran “liberacionistas hasta las entrañas”, como él mismo lo fue, eran todos corruptos.

Como jamás ha hecho tal precisión, es posible pensar que don Ottón se sintió cómodo en el PLN mientras este le sirvió a sus aspiraciones y que su saña y encono contra ese partido, sus dirigentes y simpatizantes tiene otras causas y motivaciones, como la del rencor o la ambición.

No es justo. Don Ottón tiene que entender que la corrupción es un fenómeno social presente en todas las actividades humanas, que no es justo que por las acciones corruptas de algunos individuos se culpe a toda una colectividad política y que en el escenario político no hay un partido que pueda apropiarse de la etiqueta de la anticorrupción, ya que todos, incluido el mismo PAC, se han visto salpicados por las acciones inescrupulosas de algunos individuos.

Debe aceptar don Ottón, aunque le duela y mortifique, que los casos tildados por él de “corruptos”, como el del trueque de asesores legislativos con el PUSC a cambio de votos para el Directorio, el nombramiento del hijo de un diputado evangélico en la Casa Presidencial para facilitar el trámite del presupuesto, el supuesto ofrecimiento a la procuradora, la propuesta de los jóvenes partidarios que censura con dureza, fueron perpetrados por gente del PAC, por diputados del PAC, por funcionarios del gobierno del PAC, así como que son dirigentes del PAC los que se han visto involucrados en irregularidades con el cobro de la deuda política de los dos últimos procesos electorales.

Si se aplicara la misma lógica con la que don Ottón juzga a otros, tendríamos que suponer que, por los ya múltiples señalamientos de corrupción que él mismo ha formulado contra dirigentes, compañeros de fracción y funcionarios del actual gobierno, entonces todo en el PAC sería corrupto. En este caso, sorprendería que Ottón peque de incoherente y se mantenga como miembro de esa comunidad política.

Pero la verdad es que tanto en el PLN, como en el PUSC, o en cualquier otra organización política, la mayoría de los miembros son personas honestas, tan honestas como él, y que ningún partido político, incluido el PAC, es inmune al fenómeno de la corrupción.

Por eso es inaceptable que don Ottón continúe cuestionando de manera gratuita a todo el mundo con sus descabelladas e injustas generalizaciones.

Luis París fue embajador ante la Santa Sede.