Los 75 años de la Gran Dama

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Nuestra Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) está cumpliendo setenta y cinco años de existencia.

En 1940, un grupo de personas estuvo dispuesto a hacer hasta lo quimérico para que nuestro país tuviera una orquesta sinfónica.

Había llegado a Costa Rica Hugo Mariani, músico violinista y director de orquesta de origen uruguayo quien vivía en Nueva York y estaba casado con una costarricense.

Mariani pronto hizo amistad con Alfredo Serrano, muy buen violinista costarricense, y de las conversaciones de ambos fue surgiendo la idea y la voluntad de crear un conjunto sinfónico.

Había, en aquellos años, bandas en algunas de nuestras provincias y muy escasos músicos de cuerda. La presencia y la convicción de Mariani levantaron no solo los ánimos sino también el interés y la voluntad de aquellos que comenzaron a soñar lo que significaría para Costa Rica tener una orquesta sinfónica.

Se obtuvo una muy buena respuesta de músicos en ciernes, particulares y empresarios, y así la orquesta comenzó a fusionarse y a ensayar.

El primer concierto se llevó a cabo el 31 de octubre de 1940 en el Teatro Nacional, fecha exacta en la que la Gran Dama celebra ahora sus setenta y cinco años.

El Teatro Nacional estaba desbordado de un público ansioso y agradecido por que el país tuviera, como las grandes capitales del mundo civilizado, una orquesta sinfónica.

Obra de mujeres. La OSN nació a instancias de dos muy estimables mujeres de nuestra sociedad, doña Berta González de Gerli y doña Lottie Taurel de González Lahmann. Determinante fue también la participación de la primera dama de la República doña Ivonne Clays de Calderón Guardia.

La pertinaz insistencia de ellas tres ante el presidente Rafael Ángel Calderón Guardia acerca de la necesidad de que el país contara con una orquesta sinfónica, terminó por convencerlo de dar luz verde a la firma del decreto ley de constitución de la Orquesta Sinfónica Nacional.

La OSN ha salido invicta de tiempos difíciles y de más de una tormenta. Sin embargo, este adulto conjunto de músicos está más lozano que nunca y con una salud a prueba de las peores circunstancias imaginables.

El general que orienta sus ejércitos y marca su pulso sabe muy bien hasta donde y de qué manera conduce su andar, su ritmo y su alcance.

Hacer música demanda una enorme pericia, mucho mundo y, desde luego, más arte que oficio.

Lo 75 años no han pasado en vano. Hoy nuestra orquesta, con un número de músicos cercano a la edad del conjunto, compite sin angustia con las grandes agrupaciones sinfónicas del planeta.

De estar compuesta por ejecutantes aficionados desde su creación en 1940, se ha convertido, gracias al Programa Juvenil de la propia Sinfónica, en un consecuente crecimiento en número de ejecutantes profesionales.

Nuestra Orquesta Sinfónica ha sido modelo comprobado para varios países y, desde luego, lo seguirá siendo, con toda certeza, por largo tiempo más.

Modelo para el país. Mucho de lo que significa para nuestro país tener un conjunto orquestal de esa categoría necesariamente se refleja en otros aspectos del desarrollo social y empresarial de nuestra patria.

La Orquesta Sinfónica Nacional es un brillante ejemplo y modelo de madurez, disciplina y ordenamiento de nuestra sociedad.

Su repercusión ha hecho historia con enormes aciertos. Imprescindible mencionar aquí con emoción ese inspirador logro de 1972: la creación del Programa Juvenil (a la par de aquella célebre frase de don Pepe: “¿Para qué tractores sin violines?”), que ha tenido tan notables consecuencias. Audaces y certeros han sido los conciertos de la Orquesta Sinfónica Juvenil.

Nuestros jóvenes compatriotas recorren pueblos costarricenses así como las grandes capitales del orbe. Emocionante lección de primer mundo, más allá de nuestras fronteras.

Guido Sáenz fue ministro de Cultura.