Liebre china y tortuga tica

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“El proceso de transición con alto crecimiento económico de China” es una lectura obligatoria, para quien desee iniciarse en el conocimiento del desarrollo de ese país que nos brinda Patricia Rodríguez Holkemeyer. Se trata de un trabajo muy refrescante sobre la gestión pública en ese gran país que permite, aunque esto no se lo proponga la autora, realizar un contraste con la gestión pública nuestra, así como ubicar los principales problemas y posibles puntos de apalancamiento para hacer las transformaciones institucionales que requiere nuestro país.

Invito al lector interesado en el tema a buscar este trabajo en la Escuela de Ciencias Políticas de la UCR. En este artículo me interesa destacar solo aquellos aspectos que favorecen el contraste con nuestra forma de gestión pública y perfilar así los principales puntos de apalancamiento que requiere la reforma en la gestión pública.

Clave del proceso chino. La clave del proceso chino fue la descentralización de la toma de decisiones realizada con apertura y flexibilidad. Esto permitió iniciar, primero con carácter experimental transformaciones institucionales en la producción agropecuaria, permitiendo a los campesinos la venta en el mercado libre de sus excedentes después de cumplir con la cuota pública. El lema era “pasar el río tanteando las piedras” midiendo la acción por sus resultados, aprovechando los logros para enriquecer la experiencia y corrigiendo sobre la marcha las desviaciones institucionales que se iban presentando en cada etapa como la corrupción de las instituciones y funcionarios locales.

Se combinaron en este proceso los incentivos a la autonomía local con la disciplina fiscal hasta lograr tasas importantes de crecimiento y desarrollo de clusters industriales aplicando el lema de “crear nidos para atraer los pájaros”. De tal forma los gobiernos locales y el nacional, definiendo las prioridades regionales y locales crearon las condiciones para atraer las inversiones extranjeras y nacionales deseadas. Esto lo hicieron con una visión integral realizando obras de infraestructura y telecomunicaciones, pero incorporando también la promoción del capital humano a través de la creación de universidades y politécnicos. Todo esto, acompañado de políticas crediticias y fiscales que “marcaron la cancha” al capital externo, estimulando inversiones generadoras de encadenamientos y la formación de clusters .

Proceso creativo y flexible. Se trata de un proceso creativo y flexible orientado por los resultados, tanto para corregir como para consolidar la institucionalidad ajustándola a las necesidades del desarrollo.

Mientras tanto nuestro país, en vez de “tantear las piedras” para pasar el río, se ha abocado a legislar, orientado por una pléyade de políticos y abogados que no entienden de sistemas institucionales para controlar detalles y procedimientos. De tal forma se ha establecido controles sobre los controles, que han ampliado la burocracia y la ineficiencia, pero no han reducido la corrupción ni contribuido a ajustar el sistema a las exigencias modernas. Dicho en otras palabras, mientras los chinos construyeron primero la creatura y después le ajustaron el traje institucional, aquí hacemos primero el traje y después tratamos de que la creatura entre en él, aunque no quepa.

Rendir cuentas. He aquí el principal problema que tiene el sistema institucional nuestro, origen de los principales males operativos y cuya corrección no requiere tanto de cambios constitucionales como de hacer cumplir el ignorado artículo 11 de la Constitución Política que exige rendir cuentas por resultados con la consecuente responsabilidad personal para los jerarcas públicos.

Por otra parte nuestro desvertebrado sistema institucional formado más para nicho de feudos políticos que para servir al país, difícilmente puede ser objeto de una planificación efectiva regional sin una exigencia presidencial de hacer cumplir la ley de planificación, como lo viene demandando J. Meoño, bajo amenaza de despido a los jerarcas que la incumplan. De tal forma que se pueda proceder a previa definición de las prioridades regionales y locales a las decisiones y la coordinación requerida para construir de nidos capaces “de atraer los pájaros”, en vez de dejar toda la iniciativa en manos de los inversores extranjeros cuyos intereses no concuerdan necesariamente con las posibilidades y necesidades locales, regionales ni nacionales.

En otras palabras tenemos como tarea prioritaria si queremos un desarrollo equilibrado y sin sobresaltos innecesarios, ajustar nuestro sistema institucional a las exigencias de la época. Los chinos, aunque no hayan cosechado siempre flores, nos ofrecen una experiencia digna de ser tomada en cuenta.