Libertad de espíritu de Benedicto XVI

Antepusoel bien de la Iglesiaa su propiapersona

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El lunes 11 de febrero, en una sala de prensa llena de periodistas, el portavoz del Vaticano Federico Lombardi desgranó, comentando frase a frase, la declaración del papa Benedicto XVI sobre su renuncia al pontificado. Luego respondió a las preguntas de los corresponsales de varios diarios: el Bloomberg News, el New York Times, el Associated Press, la TV Española, la Dow Jones Wall Street Journal, el Los Angeles Times, el de Londres'

Lo primero que Lombardi aclaró fue que el Papa presenta esta renuncia de un modo válido, previsto por el Código deDerecho Canónico (artículo 332: “se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente”). La declaración se hizo en el Consistorio Ordinario Público del 10 de febrero, en presencia de varios cardenales. Menciona Lombardi que esta decisión es coherente con las respuestas que había dado antes, sobre el tema de la dimisión, a Peter Seewald en el libro-entrevista Luz del mundo. El Pontífice, al respecto, había hecho dos precisiones valiosas: no se dimite cuando el peligro sea grande –porque ese no es momento para dimitir sino para enfrentar–; se dimite en un momento de serenidad cuando uno ya no tiene fuerzas.

Claridad y precisión. Lombardi menciona que la declaración se caracteriza por su claridad y precisión, tan propias de su temperamento. Luego comenta, palabra por palabra, la declaración.

Cara a Dios. Resalta que la decisión de Benedicto ha sido madurada durante un tiempo; así lo expresa el Pontífice en su declaración: “después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia”. Es totalmente coherente con lo que antes había manifestado en la entrevista a Seewald. Está consciente de que es una decisión “de gran importancia para la vida de la Iglesia”; y tiene la “certeza” de que por su edad avanzada ya no tiene las fuerzas para ejercer “adecuadamente” el ministerio. Lombardi comenta que administrar “adecuadamente” requiere un balance entre la magnitud de las tareas y las fuerzas con que se cuenta. Ministerio espiritual.Afirma el Papa que por la naturaleza “espiritual” del ministerio petrino, este ha de llevarse a cabo no solamente con “obras” y “palabras”, sino “sufriendo” y “rezando”. Lombardi recalca el valor que da al sufrimiento y a la oración.

Vigor de cuerpo y de espíritu. Está consciente de que el mundo de hoy –sujeto a “rápidas transformaciones” y “sacudido por cuestiones de gran relieve” para la vida de la fe–, “para gobernar la barca de Pedro y “anunciar el Evangelio” se necesita el vigor de cuerpo y de espíritu. Lombardi aclara inmediatamente que cuando Benedicto dice “espíritu”, ha de entenderse “ánimo” (fuerzas), porque el vigor espiritual y el sentido sobrenatural de este papa es altísimo, superior. Dice, con gran honestidad, que su vigor ha disminuido “en los últimos meses” para poder realizar este ministerio.

Libertad.Declara que renuncia “con plena libertad” al ministerio de Obispo de Roma. Y que a partir del 28 de febrero a las 20 hrs., la sede de San Pedro “quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”. Agradecimiento y perdón.Las palabras que luego dirige –“os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habeos llevado junto a mí el peso de mi ministerio y pido perdón por todos mi defectos”– denotan la talla moral de su espíritu. Abandono confiado. Está consciente de que la barca de Pedro la cuida “su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo”, y suplica a María, su Santa Madre, que asista con “su materna bondad” a los cardenales al elegir al nuevo Sumo Pontífice.

Servir con la plegaria. En cuanto a lo que a su persona respecta, ahora y en el futuro, manifiesta el deseo de “servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”. Vivirá en un monasterio de clausura que se encuentra en el Vaticano, dedicado a la oración y –añade Lombardi– al estudio, a la reflexión, a escribir y a comunicarse. Lombardi refiere que, al término de la decla- ración de Benedicto XVI, el cardenal Sodano, en nombre del Senado Apostólico, le manifestó conmovido: “Le estamos más cerca que nunca como lo hemos estado estos ocho años del pontificado”, y en estos días antes del 28 de febrero “tendremos la posibilidad de expresarle mejor nuestros sentimientos”.

Decisión madurada. Lombardi abre luego la sesión para responder a las preguntas de los periodistas. Que si estaba enfermo o deprimido' Responde que no, porque el portavoz coincide constantemente con el Papa en varias ocasiones a raíz de la cobertura de prensa de sus actividades. Se trata de una decisión madurada. No es una decisión improvisada. Tiene “el sentido de la medida”.

Lo que lo indujo a esta decisión no fue la del abandono de la grey a él confiada. El aspecto del Papa cuando lee la declaración es de una gran serenidad, claridad y precisión; sin titubeo.

Es una declaración límpida, consciente de la importancia del momento que responde a las exigencias de un ministerio en un contexto histórico “comunitario”. Lombardi expresa su admiración por el coraje y la humildad del Papa, su gran conciencia de responsabilidad, y el deseo de que el gobierno de la Iglesia sea ejercido “adecuadamente”. Manifiesta que es un bellísimo testimonio de su libertad de espíritu.

Juicio personalísimo. Su dimisión era un juicio personalísimo que se reservaba, a la luz de la valoración de su edad, de sus fuerzas físicas y de las exigencias del ministerio. Esta decisión le resultaba evidente a su conciencia, frente a Dios. Es manifestación de su gran responsabilidad a Dios y a la Iglesia. Es una decisión particularmente significativa. Que si después de dejar el ministerio petrino se inmiscuirá en el gobierno de la Iglesia' Responde que no, porque “la interferencia” es absolutamente ajena a su personalidad, a su estilo y a su modo de obrar que siempre se han caracterizado por la “discreción” y un profundo “respeto” hacia los demás. Estamos frente a una personalidad límpida, superior. Que por qué eligió las 20 horas para dimitir' Responde, porque esa hora marca el término normal de una jornada romana de trabajo.

Cuando terminamos de ver el video de la Sala Stampa, mi esposo, ingeniero, exteriorizó una afirmación luminosa: “Antepuso el bien de la Iglesia a su propia persona”.