Liberacionismo en el siglo XXI

El liberacionismo del siglo XXI es pragmático, no dogmático

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Recientemente en esta sección, el señor Fernando Guier realizó una serie de caracterizaciones sobre el liberacionista y su actuar en el ejercicio del gobierno, que considero simplistas, decimonónicas y erradas. Por ello, realizo un breve recuento de algunas de las ideas sobre lo que debe ser el Estado costarricense desde mi visión de juventud y según el ideario socialdemócrata, en pleno inicio de la segunda década del siglo XXI.

El liberacionista considera que el Estado debe ser fuerte, al mismo tiempo que este debe servir para responder de manera directa a las necesidades de la ciudadanía, no sustituyendo al mercado como mecanismo de asignación de recursos, sino regulando y orientando el carácter distributivo de este hacia los resultados que consideramos estratégicos.

Así pues, el Estado no debe tener un tamaño definitivo y debe adaptarse a las condiciones estructurales del contexto, de manera que siempre permita obtener los resultados deseados. En el período posterior a la Guerra del 48 era necesario tener un Estado grande para impulsar la inserción del país en un contexto industrial; hoy día, la sociedad del conocimiento exige una mayor adaptabilidad y eficiencia en la provisión de servicios, por lo que se ha llevado a cabo un proceso de apertura (no privatización) de mercados estratégicos como telecomunicaciones, banca y seguros.

Pragmatismo. Por todo esto, no consideramos la creación o cierre de instituciones estatales como una medida inherentemente positiva o negativa, sino, que debe ser justificada por condiciones reales y necesarias pues en ese sentido somos pragmáticos y no dogmáticos. Un ejemplo de ello es la creación, en el último Gobierno liberacionista, de la Universidad Técnica Nacional en Alajuela, que responde a una necesidad clara y evidente de la sociedad tan competitiva en que nos desenvolvemos: mayor acceso para la juventud a la educación superior de calidad.

El liberacionista no va a dejar de crear una institución tan necesaria como la Universidad Técnica Nacional solo para no hacer el Estado más grande, aunque a don Fernando no le guste.

Igualmente no nos tiembla la mano para cerrar una institución cuando la situación lo amerita, la reestructuración y el cierre definitivo de Codesa así como el cierre del Banco Anglo son claros ejemplos de ello.

Precisamente ahí radica la relevancia de nuestra ideología, la posibilidad de adaptar los medios según sea necesario, para obtener los fines últimos de una sociedad con mayor libertad, igualdad y solidaridad.

Esa es, al fin y al cabo, la estrella que guía nuestro camino.