Levante: ¿Cuál es el enemigo de Estados Unidos?

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Tratándose de la gran potencia del planeta, cuyas acciones tienen consecuencias globales, llena de premios Nobel en todos los campos del saber, poseedora de los mejores servicios de inteligencia y espionaje, con décadas de tener intereses económicos y geopolíticos en el Medio Oriente, esta debería ser una pregunta absurda por lo fehaciente de la respuesta. Pero ¿lo es? Veamos.

¿Es el Gobierno Sirio de Bashar al-Asad el enemigo de Estados Unidos? A ratos. Estados Unidos ha ayudado económica y militarmente a un sector de las guerrillas que luchan para deponer a Asad, pero actúa como su aliado en la guerra contra las tropas del Estado Islámico (EI).

¿Son los talibanes? No siempre. Estados Unidos ha enfrentado en una larga guerra a los talibanes, pero fue su aliado durante la guerra para expulsar de Afganistán a las tropas de la extinta Unión Soviética. En ese caso, Estados Unidos fortaleció a los talibanes con dinero, armas, entrenamiento e información.

¿Irán? Depende dónde. Irán y Estados Unidos son enemigos desde que los ayatolás obligaron al sha a huir en 1979. Pero hoy Estados Unidos e Irán luchan juntos contra el (EI) en Irak, con el fin de proteger el gobierno chiíta de Bagdad. Al mismo tiempo en Yemen los hutíes, aliados de Irán, son bombardeados por Arabia Saudita con el apoyo de Estados Unidos.

¿Los kurdos? Varía. Los kurdos fueron aliados de Estados Unidos en la guerra contra Husein y hoy en la guerra contra el EI, pero son enemigos de Estados Unidos cuando, luchando por su independencia, atacan a Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y por lo tanto aliado de Estados Unidos.

¿Los sunitas o los chiítas? Ambos … no siempre. En Irak, Estados Unidos y los chiítas son aliados cercanos, pero la mayoría de los países musulmanes aliados de Estados Unidos son sunitas, mientras que Irán, percibido por Estados Unidos como uno de sus principales enemigos en la región, es chiíta.

Asimismo, el dictador sirio Bashar al-Asad, otra de las amenazas peligrosas, de acuerdo con Estados Unidos, es alauí, versión muy cercana a la rama chiíta del islam. Por otra parte, tanto Al-Qaeda como el EI, enemigos de Estados Unidos, son sunitas, y algunos gobiernos sunitas del golfo Pérsico han financiado a estas dos organizaciones.

¿Hezbolá? Varía con el lugar. Cuando los guerrilleros de Hezbolá atacan el norte de Israel desde el sur de Líbano son enemigos de Estados Unidos, pero cuando se enfrentan al EI en la frontera este del Líbano actúan como aliados. Hezbolá es chiíta y, por tanto, muy cercano a Irán, por lo que su relación con Estados Unidos depende del campo de guerra: cuando se trata de Israel son enemigos; cuando se trata del EI están del mismo lado.

Los halcones. Podríamos seguir exponiendo las enormes contradicciones en objetivos, métodos y alianzas que caracterizan las intervenciones de Estados Unidos en Levante.

Los drones y los aviones norteamericanos bombardean un grupo rebelde un día y lo protegen el próximo; Irán es un aliado en un territorio al tiempo que es enemigo en otro, etc. Ello sin recordar que Sadam Husein pasó de ser aliado íntimo y sujeto de elogios cuando invadió Irán, a ser el satán del planeta, cuando el petróleo –de acuerdo con Allan Greenspan– transformó las relaciones con el Irak sunita de Sadam Husein.

No se trata de la estrategia de dividir para controlar. Cada división, cada enfrentamiento, antecede las intervenciones de Estados Unidos. Este es un caso en el que la gran potencia no tiene capacidad ni siquiera para crear divisiones.

Todo se deriva de un gran error originado en la desidia intelectual de los halcones en Washington, tanto desde dentro de la política como desde un sector de la prensa liderado por Fox News, los cuales conciben a Estados Unidos como expresión de fuerza y no de civilización, como el policía del mundo, no como maestro.

Ello, aunado a la incomprensión de los conflictos centenarios en la región –por religión, territorio, límites coloniales y poder– han producido confusas intervenciones, en lo que no tenía que ser más que un conflicto civil entre fracciones de una religión y una cultura y totalmente interno a la región en su dimensión y en sus consecuencias.

Junto al error de la invasión a Irak del segundo Bush, a punta de mentiras y engaños, el error de involucrarse confusamente en un conflicto civil no se ha construido “un correcto”, sino la madre de todos los errores.

Efecto. Sin objetivos de guerra claros, sin enemigos y aliados constantes u obvios, sin justificaciones de guerra conocidas y menos apoyadas por los votantes norteamericanos, sin amenazas reales que validen los costos de las intervenciones, ¿cuáles son los resultados de los bombardeos y las volátiles alianzas?: nuevos enemigos –para Estados Unidos y su aliado Israel–, un clima propicio para el reclutamiento de terroristas y, lo más preocupante, muerte de civiles y centenares de miles de refugiados.

El presidente Obama ya ha hecho méritos, con su propuesta lanzada a inicios del 2013 para reducir a una tercera parte el arsenal nuclear de su país, las negociaciones con Irán, el reestablecimiento de relaciones con Cuba, su política migratoria, sus compromisos con el ambiente, su promoción de los derechos de la diversidad sexual, sus posiciones balanceadas ante el conflicto entre Israel y Palestina, etc. para merecer el Premio Nobel de la Paz que le adelantaron. Ojalá consolide ese merecimiento revisando la intervención de Estados Unidos en Levante.

Mientras tanto, ofrezco un consejo gratuito a los países, políticos y analistas que oficiosamente buscan oportunidades para mostrar su equivocada concepción de lealtad a Estados Unidos (como aquel expresidente que se esmeró para unirse a la alianza contra Irak): no se apresuren a condenar a un actor específico, llámese Estado Islámico, Asad, Irán, etc. ¡Puede ser que en ese momento ese actor sea aliado de Estados Unidos, en el monumental y caótico embrollo típico de su actual injerencia en el Medio Oriente!

Ottón Solís Fallas es diputado por el Partido Acción Ciudadana.