Las contradictorias críticasde Krugman a Cameron

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NUEVA YORK – Resulta en verdad extraño leer las airadas diatribas de Paul Krugman, una y otra vez, contra el Gobierno de Gran Bretaña. Su última perorata comienza con la afirmación de que “los resultados económicos de Gran Bretaña desde que estalló la crisis financiera han sido llamativamente malos”. Vitupera al gobierno del primer ministro Cameron por su “deficiente ejecutoria económica” y se pregunta cómo pueden él y su gabinete hacerse pasar por “los guardianes de la prosperidad”.

Vamos a ver. En los últimos meses, Krugman ha elogiado repetidas veces la recuperación económica de los Estados Unidos durante la presidencia de Barack Obama, al tiempo que atacaba la ejecutoria del Reino Unido, pero, cuando comparamos las dos economías, sus trayectoria son en general similares y el Reino Unido supera en resultados a los Estados Unidos respecto de ciertos indicadores.

Pensemos, primero, en la tasa de desempleo. En el cuarto trimestre del 2007, la tasa del Reino Unido fue de 5,2 por ciento. Cuando el gobierno de Cameron tomó posesión en mayo del 2010, era de 7,9 por ciento. En el período más reciente (noviembre del 2014 – enero del 2015), fue un 5,7 por ciento. En los Estados Unidos, la tasa de desempleo en el cuarto trimestre del 2007 fue de 4,8 por ciento, en el período de marzo–mayo del 2010 fue de un 9,8 por ciento y en el período de noviembre del 2014 – enero de 2015 fue de un 5,7 por ciento. Así, pues, en los dos países la tasa de desempleo es ligeramente superior al nivel anterior a la crisis (final del 2007) y no hay una diferencia neta importante a lo largo del ciclo económico desde el final del 2007 hasta ahora.

A continuación, veamos la tasa de empleo que en el Reino Unido ascendía al 72,9 por ciento de la población de edades comprendidas entre 16 y 64 años al final del 2007. Bajó a 70,4 por ciento en el momento en que el gobierno de Cameron tomó posesión, pero desde entonces ha aumentado en gran medida, hasta el 73,3 por ciento en el período de noviembre del 2014 – enero del 2015, la mayor de todos los tiempos. En cambio, en los Estados Unidos, la tasa de empleo era un 62,8 por ciento al final del 2007, del 58,6 por ciento en el período marzo–mayo del 2010 y después ligeramente mayor, un 59,2 por ciento, durante el período de noviembre del 2014–enero del 2015, aún inferior al nivel anterior a la crisis, lo que indica que hay más trabajadores desanimados en los Estados Unidos que en el Reino Unido.

Por último, está el crecimiento de la producción. En el Reino Unido, el PIB real (ajustado a la inflación) se redujo en un 3,8 por ciento del cuarto trimestre del 2007 al segundo trimestre del 2010. Después aumentó en un 8,1 por ciento desde aquel momento hasta el cuarto trimestre del 2014. En los Estados Unidos, el PIB real se redujo en un 1,6 por ciento del cuatro trimestre del 2007 al segundo trimestre del 2010 y después aumentó en un 10,5 por ciento desde entonces hasta el cuarto trimestre del 2014. Así, pues, los dos países han experimentado tasas moderadamente altas y en general similares desde mayo del 2010, cuando el gobierno de Cameron tomo posesión.

Es cierto que el crecimiento del Reino Unido ha sido ligeramente inferior, pero durante ese período la economía británica ha afrontado también, entre otros factores, el contratiempo de una profunda bajada de la producción de petróleo del mar del Norte, mientras que los EE. UU. se han beneficiado de un auge del petróleo de esquisto. Evidentemente, no sería justo atribuir ninguna de esas tendencias a largo plazo a los gobiernos actuales. En cualquier caso, durante los dos últimos años, desde el cuarto trimestre del 2012 al cuarto trimestre del 2014, la economía de EE. UU. creció un 5,6 acumulado, mientras que la del Reino Unido creció un 5,4 por ciento, la misma que la de EE. UU.

Krugman parece dar mucha importancia al hecho de que el Reino Unido no se recuperara aún más rápidamente de un descenso mayor de la producción entre el cuarto trimestre del 2007 y el cuarto del 2010, que se produjo antes de que el gobierno de Cameron tomara posesión. Eso es cierto y el crecimiento calibrado de la productividad en el Reino Unido ha seguido siendo bajo, pero nadie puede estar seguro de a qué se debe.

Tal vez la insostenible burbuja anterior al 2008 fuera mayor en el Reino Unido; tal vez la estructura de este país (en particular, una mayor participación de las finanzas en su PIB y la continua reducción de la producción energética) hicieran menos reversible la contracción inicial. El Reino Unido ha sido más vulnerable que los EE. UU. a la prolongada crisis de la zona del euro. Además, al comparar las tendencias de la productividad, se deberían tener en cuenta las sutiles diferencias entre la contabilidad de los ingresos nacionales en los EE. UU. y en el Reino Unido.

Los cálculos del Fondo Monetario Internacional sobre el desfase de la producción (véase su base de datos sobre las Perspectivas de la Economía Mundial) correspondientes a los dos países no indican que hasta el 2014 en el Reino Unido la depresión cíclica hubiera sido mayor que en los EE. UU. De hecho, al menos según los cálculos del FMI, sucedió lo contrario. El FMI sitúa el desfase de la producción del Reino Unido (como porcentaje del PIB potencial) en el 1,2 por ciento, frente al 3,5 por ciento en los EE. UU. Naturalmente, los dos cálculos están sujetos a interpretación; el FMI da por sentado, por ejemplo, que en el periodo 2006-2008 el Reino Unido funcionó muy por encima de su PIB potencial.

El caso es que las economías de los EE. UU. y del Reino Unido parecen bastante similares en sus tendencias cíclicas generales, con contracciones profundas del 2007 al 2010, seguidas desde entonces de recuperaciones en materia de empleo y de PIB y con un ritmo de recuperación bastante rápido en los dos últimos años. Así, pues, si Krugman elogia la recuperación de Obama, debería elogiar también la de Cameron.

Tal vez más notable sea que las economías de los EE. UU. y del Reino Unido hayan inspirado considerables dudas sobre la a menudo reiterada opinión de Krugman de que una recuperación sólida requeriría más estimulo fiscal, posición que mantuvo al menos hasta el 2013.

Las recuperaciones posteriores al 2010 en los dos países se dieron pese a reducciones importantes del déficit presupuestario estructural (cíclicamente ajustado), lo que indica que las dos se produjeron con una contracción fiscal. Según los cálculos del FMI, el déficit presupuestario estructural se redujo del 8,4 por ciento del PIB potencial en el 2010 al 4,1 por ciento en el 2014 en el Reino Unido y del 9,1 por ciento al cuatro por ciento en los EE. UU. durante el mismo período.

En lugar de vapulear a Cameron y elogiar a Obama, Krugman debería elogiar a los dos países por sus recuperaciones. La verdad es que –de no haber otra tragedia griega– tanto el Reino Unido como los EE. UU. han salido por fin de la crisis posterior al 2008. Es el momento de que los dos países abandonen la política macroeconómica a corto plazo y centren la atención en los imperativos del desarrollo sostenible a largo plazo.

Jeffrey D. Sachs es profesor de Desarrollo Sostenible y de Política y Gestión de la Salud y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. También es Asesor Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. © Project Syndicate 1995–2015