Las apariencias engañan

Los japoneses han desarrollado impresionantes destrezas de urbanidad

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Un dicho popular reza: “No todo lo que brilla es oro”, y siempre hay sabiduría en el conocimiento informal expresado en aforismos, pero también la alta cultura ha dicho: “ ... No es oro todo lo que reluce , ni todo lo que anda errante está perdido ” ( J. R. R. Tolkien) . Es decir, existe coincidencia en que las apariencias pueden conducir a engaño. Y es que entre lo visible y lo invisible existe un reino oculto destinado a permanecer entre las tinieblas sociales. Quizás, si todo fuese expuesto como es y no como se presenta, el tejido comunitario se rasgaría fácilmente como una vestidura imaginaria; se puede abogar por la intimidad y también por el derecho a que otros no nos expongan a ella.

Comportamiento público. Por su gran cantidad de habitantes, Japón es un muy buen ejemplo de lo antes dicho. Han desarrollado impresionantes destrezas de urbanidad para convivir en un territorio relativamente pequeño. En ese país es muy importante mantener la armonía social (wa) y, por eso, no suelen expresar, de forma directa, los deseos, opiniones, pensamientos y sentimientos verdaderos (honne) por temor a herir a los demás y generar conflictos. Por eso, los japoneses han desarrollado culturalmente una especie de etiqueta de comportamiento público que no necesariamente coincide con lo que piensan y sienten internamente. Esa herramienta se denomina tatemae y no debe confundirse con hipocresía. Se trata, más bien, de una cortesía que les permite comportarse con corrección en determinados escenarios de la esfera cotidiana, puesto que el tatemae tiene un mayor nivel de conformidad con lo que la sociedad espera de sus ciudadanos a nivel grupal, y funciona como una especie de fachada.

Japón es un Estado que no oculta la verticalidad jerárquica en sus estructuras e instituciones ( tate shakai). Por eso, las formas se cultivan mucho en las relaciones interpersonales ( rei ). De ahí que el tatemae cumple un cometido facilitador bastante evidente, sobre todo en las urbes de mayor concentración poblacional.

Lo esperable es saber cuándo expresarse en modalidad honne y cuándo hacerlo en modo tatemae, lo cual se considera una virtud. Una buena forma de ilustrar el punto es que la oficina es un espacio tatemae , pero se recomienda las salidas ( nomikai ) a algún bar tradicional japonés ( izagaya ) para manifestar el honne, donde se puede hablar de los problemas laborales y familiares, y lo usual es que los compañeros participen e, incluso, sean relativamente informales con el jefe. De alguna manera, el alcohol facilita la transición de un modo a otro, sin que ello implique la apología de mi parte para su consumo, pero en el contexto japonés se entiende su uso por el rígido esquema de las relaciones permitidas.

Dualidad. Esta dualidad honne/tatenae no es exclusivamente japonesa, pues la podemos encontrar incluso en nuestra sociedad costarricense, tanto en su vertiente positiva como negativa. Cabe recordar que, no hace mucho tiempo, se denunció que las luchas de sumo japonesas estaban siendo “arregladas” por una suerte de mafia de apuestas, siendo que, para el ojo no experto, la lucha daba la apariencia de auténtica (tatemae), aunque, en realidad, los contendientes internamente solo fingían luchar (honno). Ello fue documentado en la película Freakonomics, del año 2010, inspirada en el libro homónimo.

Generalmente, cuando observamos signos alarmantes y tangibles de que las cosas no andan bien, no tienen mucho sentido y no pueden explicarse racionalmente, o que las cuentas no coinciden, además de que las banderas rojas ( red flags) se alzan prácticamente frente a nuestras narices, eso puede ser un síntoma de que el tatemae se desborda y aparece el honne c riollo.

Lo importante es tener la cordura para leer e interpretar con detalle los tiempos que nos toca vivir, y si, como dijo Kant, somos capaces de elegir nuestros propios fines, necesariamente estos solo pueden residir en nuestro honne.