La sectorización no es tan fácil

Hay que vencer la tentación de poner en servicio un plan a medias

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Me uno a quienes ven la sectorización del servicio de buses como parte muy importante de la solución al terrible congestionamiento de nuestra red vial. Pero, al mismo tiempo, llamo la atención para que se estudie y entienda el proyecto y se ejerza la presión para que se ponga en funcionamiento con el conocimiento adecuado.

Después de 17 años de total abandono del proyecto elaborado en 1999 para mejorar la calidad del transporte en autobús, conocido como sectorización, porque los estudios posteriores para lo único que sirvieron fue para convalidar el estudio original, ahora se ha generado un movimiento público que demanda que se ponga a funcionar de inmediato. Sería fantástico que así fuera, pero no es tan fácil.

Plan en el olvido. Lamentablemente, de nada sirvieron los llamados de algunos que clamamos durante largo tiempo por el nuevo modelo. El mundo de los políticos y los medios de comunicación apostaban por un ferrocarril, propuesta que postergó al olvido la sectorización, cuyo servicio no puede ser sustituido por un tren.

Hay que agradecer al exviceministro Sebastian Urbina porque retomó la idea e hizo un esfuerzo para tratar de hacerla funcionar, al menos en uno de los sectores. Logró despertar el interés de los medios de comunicación.

Basta con repasar el texto del decreto ejecutivo del 16 de diciembre de 1999 que describe los fundamentos del plan para percibir que la sectorización trata de una reestructuración total del modelo y que lo primero que se requiere para que funcione es incorporar a los concesionarios para que se organicen para operar un sector como una sola empresa o entidad.

Por eso en nuestra administración (1998-2002) fue necesario dar un plazo de tres años para que los concesionarios consolidaran los sectores. Logramos que en la mesa de diálogo aceptaran el nuevo modelo de operación y firmaran los contratos de ampliación de los derechos de concesión del año 2000, que los obligaba a cumplir en ese plazo el mandato del Estado, so pena de perder el derecho de concesión.

Varios empresarios cumplieron y se organizaron en sectores y otros no. El MOPT olvidó el compromiso y el programa y renovó las concesiones en el 2007 y el 2014 como si nada, a pesar de que subsecuentes estudios convalidaron la urgencia de la sectorización. Es necesario vencer la resistencia de unos pocos empresarios.

Un plan es un plan. Pero, además, para echar a andar la sectorización se necesita no solo voluntad, sino también de una organización capaz de dirigir el plan, y me temo que ninguna cumple ese requisito.

¿Cómo lograr una transformación tan compleja sin un equipo de trabajo bien constituido con profesionales y técnicos capaces de hacerlo andar?

El proyecto demanda un afinamiento de la planificación, lo mismo que de la coordinación con otras dependencias de Gobierno, gobiernos locales, comunidades y grupos sociales organizados.

También hay que capacitar a empresas, grupos de seguimiento y fiscalizadores. El tema financiero es otro componente fundamental, desde el diseño de un modelo tarifario hasta la fijación de una tarifa única. Hay que definir los sistemas de pago del boletaje y los mecanismos de recaudación y distribución de los ingresos.

La sectorización también demanda modificaciones de la infraestructura vial, construcción de andenes e instalación de dispositivos de tránsito, que requieren presupuesto.

Es posible que en este momento no se cuente siquiera con estudios de preingeniería que definan el monto de esos recursos.

Este simple esbozo de algunas tareas para poner en servicio la sectorización debe servir para explicar que ejecutar este programa demanda decisión, organización y dinero. Si bien no es un plan extraordinariamente difícil de llevar a cabo, tampoco es cuestión de “soplar y hacer botellas”.

Hay que tomarlo en serio. Además, hay que vencer la tentación de poner en servicio un plan a medias. Para que el usuario lo adopte y apoye, tiene que recibir el beneficio de un buen servicio. El plan pretende que disminuya el uso del transporte privado.

Cuando se pusieron a funcionar las intersectoriales, que tan solo son una parte menor del plan, las autoridades elevaron las expectativas y vendieron beneficios falsos e inexistentes.

Las pusieron a funcionar atropelladamente, sin siquiera tomar la previsión de reparar las vías por donde transitan los buses. El transporte tiene que ver con itinerarios y tiempos de recorrido.

El plan de sectorización es prioritario. Más de un millón de usuarios al día sufren la pésima calidad del transporte público solo en el área metropolitana y el resto de la población no escapa de los perjuicios. ¿No es acaso ya hora de tomarlo en serio?

El autor es exministro de Obras Públicas y Transportes.