La salud de la agricultura costarricense

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A raíz de algunas publicaciones recientes, el sector agropecuario ha vuelto a cobrar protagonismo en el debate nacional. Dos temas parecen ser los más relevantes: en primer lugar, la supuesta pérdida de importancia de la agricultura en la vida nacional, considerando que el nuevo cálculo del producto interno bruto asigna a la actividad agropecuaria solamente un 5%, y, en segundo lugar, el supuesto proteccionismo de la política agropecuaria. Aunque parecen inconexos, en realidad están ligados.

Respecto al primer tema, el aporte al PIB reportado no toma en cuenta actividades asociadas directamente a la agricultura, a las cuales el Banco Central incluye en otras cuentas. Así, la agroindustria (incluidos el tostado, la molienda de café, el pilado de arroz, la extracción de aceite de palma, la fabricación de azúcar y la producción de derivados lácteos y cárnicos, entre otros.), la producción de insumos agropecuarios (como por ejemplo, fertilizantes, concentrados para animales) y la fabricación de implementos agrícolas se incluyen como “industria manufacturera”.

Las cifras revelan que la agroindustria significa alrededor del 6% del PIB. El comercio de los productos agropecuarios nacionales tampoco se incluye en el cálculo del PIB agrícola, pero depende de este. El 70% de las frutas, hortalizas, granos y carnes que se comercializan en Costa Rica son de origen nacional. Si consideramos que el precio al consumidor es el doble o más de lo que se paga al agricultor, está claro que el comercio agrícola añade al menos un tanto más al PIB.

Al final, la actividad agropecuaria genera riqueza en ámbitos que van mucho más allá del portón de la finca.

Mayor aporte. La evaluación de la importancia económica del agro a partir del PIB agropecuario es una visión simplista. Al sumar producción primaria, agroindustria, comercio agrícola y otros servicios conexos, el sector agropecuario genera alrededor del 20% del PIB.

Tampoco mide el PIB otros impactos positivos del sector agropecuario, como el impacto social, reflejado en la generación de empleo: más del 12% de nuestra población se dedica a la producción agropecuaria. Es el segundo sector, después del comercio (que incluye, como ya vimos, el comercio agropecuario), en generación de empleo.

Finalmente, el sector agropecuario nacional aporta poco más del 70% de la canasta básica alimentaria. La gran mayoría de los alimentos que consume nuestra población provienen de la producción nacional. Este aporte a la seguridad alimentaria y nutricional de nuestro pueblo no es poca cosa.

Con todo y su importancia, la actividad agropecuaria es una de las más amenazadas, en particular por factores naturales que causan pérdidas e incrementan los costos de producción, como el clima y las plagas. Por esto, todos los países del mundo ponen en práctica medidas para impedir la entrada de plagas y enfermedades que restan productividad y competitividad.

Esto en ninguna parte del mundo se considera proteccionismo. Por supuesto, estas barreras fitosanitarias de alguna manera limitan el comercio y molestan a los sectores que importan los productos sujetos a estas restricciones.

Las autoridades zoo y fitosanitarias se convierten, para estos comerciantes, en los malos de la película. Sin embargo, esta labor es necesaria para salvaguardar la salud y competitividad de las actividades agropecuarias y para que el agro siga aportando como lo hace al desarrollo nacional.

Aguacates. En esa lógica se enmarca el caso de la restricción a la importación de aguacates Hass de México y otros orígenes debido a la presencia en esos países de una enfermedad denominada mancha de sol o sunblotch, causada por un viroide.

En lo que respecta a los productos de origen vegetal, la FAO define los criterios para la correcta aplicación de las medidas cuarentenarias. Lo primero es declarar la importancia cuarentenaria de una plaga, para lo cual debe considerarse: 1. Ausencia de la plaga en el país o región de destino de las importaciones 2. Presencia de la plaga en el país o región de origen. 3. Plaga dañina a los cultivos. 4. Posibilidad de entrada por vías creadas por el ser humano. 5. Posibilidad de diseminarse y establecerse en el país o región de destino. 5. Difícil detección y 6. Difícil combate.

En el caso del sunblotch del aguacate importado de México se cumplen los seis criterios. El viroide no ha sido detectado en Costa Rica y se encuentra en alta prevalencia en las zonas productoras de México. Puede causar considerables pérdidas de rendimiento y calidad de los frutos. El viroide puede ser portado en el polen, el cual es llevado por abejas de un árbol a otro, y vía polinización puede infectar la semilla, aunque el fruto se vea sano por fuera; por tanto no puede detectarse visualmente, solo mediante pruebas moleculares practicadas a la semilla.

Las semillas, contrario a lo que algunos afirman, pueden mantenerse viables dentro del fruto almacenado y transportado en frío, y fácilmente pueden germinar si se siembran o simplemente se descartan en la tierra, y producirán árboles infectados. Finalmente, la única manera de combatir un viroide es evitando su ingreso, ya que una planta infectada no se puede curar.

Por todo lo anterior, y considerando la gran cantidad de frutos que se importaban cada mes desde México, el Servicio Fitosanitario del Estado tomó la medida restrictiva de la cual ha informado la prensa. Una medida técnicamente justificada, no una medida proteccionista. Si fuera proteccionista se hubiera aplicado a todos los orígenes, pero no fue el caso. Siguió entrando aguacate Hass de áreas declaradas libres de sunblotch de Perú y de Chile, aparte del nacional.

Este, y otros casos en que se han aplicado medidas cuarentenarias, todas técnicamente justificadas, en esta y anteriores administraciones, son ejemplos de medidas que todos los países del mundo emplean. Por ejemplo, nosotros no hemos podido exportar papayas a los Estados Unidos por razones similares. Los temas fito y zoosanitarios son técnicos, no ideológicos, y son necesarios para el resguardo de la competitividad de una actividad que reviste una importancia estratégica.

El autor es ministro de Agricultura.