La revolución pendiente del PLN

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Es una ilusión que las cosas no cambian o que su cambio se dé en forma lenta. Baste comparar el enorme avance de las computadores en cuanto a sus precios y capacidades. O el increíble cambio en los teléfonos celulares en solo unos pocos años. Y, así, hemos pasado, por ejemplo, de un mundo bipolar –donde los contendores eran conocidos: Estados Unidos y la Unión Soviética– a un mundo multipolar, en el cual, dependiendo del tema de que se trate, el poder hegemónico pasa de manos y de Estado.

Grandes cambios. También ha cambiado nuestra sociedad: desde los tiempos en que prevalecían valores morales permanentes a la actual, donde prima la relatividad de los valores. El cambio en la tecnología, en el mundo, en la sociedad ha significado para nuestra patria un enorme tsunami. Una ola gigantesca que amenaza con arrasar todo, incluidos los partidos políticos y, en particular, los de más raigambre histórica como el Partido Liberación Nacional (PLN), cuyo reto revolucionario es resolver la fuerza contraria y destructiva, y transformarla en algo favorable, de impacto positivo, para Costa Rica.

Algunos opinan que la historia es algo como para recordar cosas que no tienen valor, pues se hicieron en “otra época”. Queremos decir con eso que las cosas hoy son distintas. Quizás nos equivocamos en creer que todas las cosas son distintas: por ejemplo, la corrupción política es tan vieja como los tiempos en que Colón anduvo por el Atlántico, en un episodio de “soborno” del cacique de la zona, contado cándidamente por el Almirante, y la patente de la politiquería viene desde la época colonial.

El PLN nace de dos condiciones muy particulares que hoy parecen como calcadas del pasado: nace como una reacción civil a la alta incapacidad y la corrupción del sistema político, imperantes en su tiempo, y como un movimiento de cambio por un modelo económico de desarrollo inclusivo con justicia social. Hoy observamos esos grandes objetivos y su vigencia, y nos parece que hemos retrocedido en el tiempo o que hay cosas que no cambian, solo sus nombres o sus atuendos.

Activos políticos. Es curioso ver cómo algunas personas pintan al PLN como un partido arruinado, quebrado en lo económico y en lo moral. En este último aspecto, lo moral, hacen el ejercicio de pintar a todos los liberacionistas como corruptos. Pero, quizás, les falta acompañarse de una visión más cuidadosa y una reflexión más profunda sobre cuáles son los verdaderos activos políticos del PLN. Por supuesto, su deterioro es evidente, pero casi nadie analiza cuáles son los valores que aún lo marcan como una organización con capacidad de realizar cambios positivos y profundos para Costa Rica.

El PLN es el partido político que ha estado más tiempo en la Asamblea Legislativa y en el Poder Ejecutivo. Esto, además de su responsabilidad histórica, le ha generado un activo, nada despreciable, de conocimiento y experiencia de la realidad nacional. Es interesante observar que, en sus filas, militan, o dejaron de militar, personas de gran calado en materia de asuntos públicos. Es casi imposible encontrar un tema o problema de la agenda nacional que no cuente con varios militantes informados y con experiencia en ese asunto.

Todavía más interesante: muchas de estas personas poseen cualidades no solo técnicas en los temas, sino también capacidades políticas. Han aprendido el arte de la negociación y comunicación políticas, y la necesidad de planificar los asuntos públicos.

Asimismo, algunos se han curtido en el manejo de situaciones políticas complejas o de crisis. Por eso, el primer activo estratégico del PLN son sus personas: las que militan en él y las que lo han dejado, aquellas que participaron en alguno de sus gobiernos, campañas o programas.

Capacidad y conocimiento. Y si, como hemos dicho, el PLN tiene reservas de capacidad y conocimiento, la pregunta inmediata es por qué no las usa en forma ágil y positiva para el país. Curiosamente, su gran activo es también su debilidad. El PLN es un partido grande, varias son sus tendencias políticas, incluso heterogéneas. Sus recursos son valiosos, pero se encuentran divididos, distanciados o, peor todavía, en conflicto por luchas de poder.

El PLN ha sido víctima de sus propias victorias. Ya ha habido casos en que, una vez ganadas las elecciones, un grupo de liberacionistas asume el poder ignorando los proyectos de desarrollo elaborados por su propio partido o, incluso, renegando de la obra de Gobiernos liberacionistas anteriores, convirtiéndose, así, en un partido de castas o clases políticas.

Sin embargo, el PLN sabe lidiar con diferentes grupos de presión y grupos políticos heterogéneos. Lo curioso es que la habilidad mostrada en el escenario nacional de la política no es aprovechada con madurez y reposo dentro del Partido. El PLN lidia bien, externamente, con lo diverso y heterogéneo, pero le cuesta mucho hacer lo mismo, internamente, con su propia diversidad y heterogeneidad.

Nuevos liderazgos. Está claro que los cambios en el mundo y en la sociedad costarricense nos han impactado. Y los partidos, como barcos portadores de funciones políticas, no son ajenos al tsunami de incompetencia y carencia de programación del desarrollo que aqueja al país. Es casi seguro que el barco del PLN tiene grandes grietas y secciones averiadas. Hoy, su tripulación no tiene claro qué hacer y sus pasajeros se van al mar de sus vidas privadas. Esta crisis, nacional y partidaria, obliga, precisamente, a constituir nuevos liderazgos en el Partido que puedan liberarlo de los problemas y fantasmas que lo tienen atascado.

Se necesita, pues, establecer rutas de unidad y convergencia, y permitir que los nuevos liderazgos emerjan, mostrando lo que ya sabe el PLN por su historia: se requiere un compromiso moral profundo por el bien del país, un “sí” rotundo y sonoro a poner siempre, como única meta, el interés nacional. Para eso, debe darse una perfecta unidad entre liderazgo y experiencia, capacidad y conocimiento.

Es necesario, además, que el PLN trabaje internamente en la clarificación de la visión de país que se requiere, en la programación del desarrollo nacional, en el diseño de controles contra la corrupción y, por supuesto, en instaurar un sistema de reconocimiento al mérito y de freno a la incompetencia.

Solo así se realizará la revolución del PLN que el país requiere, y que los costarricenses exigen de los políticos y los partidos.