La renuncia del papa Benedicto XVI

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Pocas imágenes resultan más simbólicas que la caída de un rayo en medio de la oscuridad de la noche en la cúpula de la basílica de San Pedro en el Vaticano, a pocas horas de la renuncia del papa Benedicto XVI.

Su retiro es una noticia que conmovió al mundo. El Papa rompe con la práctica de mantenerse en el puesto hasta la muerte, con solo 4 excepciones, la última en 1415.

En su declaración inicial, el Papa, quien cumplirá 86 años en abril, señalaba para su decisión, su avanzada edad y el no contar con las “fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

Pasarán muchos años para conocer los detalles de tan importante decisión y el momento escogido; sin embargo, es el mismo Papa quien nos da reveladores indicios, pues, a pocos días de abstraerse del “mundo exterior” por su anunciado retiro a un convento, hace un vehemente llamado a la urgente renovación de la Iglesia católica.

Es el mismo Papa quien ha denunciado “la hipocresía y rivalidades en lo interno”, que desnudan las luchas en el seno de la curia y la resistencia de algunos grupos por evitar los intentos de cambio emprendidos por el papa Benedicto XVI, en pro de una mayor transparencia de la institución.

Son momentos muy difíciles para la Iglesia católica que ha tenido que enfrentar fuertes cuestionamientos por casos de clérigos pederastas, por casos de corrupción y de cuestionables prácticas bancarias, cuyo enfrentamiento parece haber causado una fuerte división interna que se hizo más evidente a partir de la filtración masiva de documentos privados del Papa por su mayordomo, Paolo Gabriele, hecho mejor conocido como el “escándalo del Vatileaks”.

En el mes de marzo, los cardenales se encerrarán “cum clave” (en latín: con llave) en la Capilla Sixtina, cortando todo contacto con el mundo exterior, para elegir al sucesor de Pedro, responsabilidad importante, pero que, en esta coyuntura en particular, cobra una dimensión aún más relevante.

Hace 35 años, la inesperada y traumática muerte del papa Juan Pablo I, legó al mundo una de las personas más sobresalientes del siglo XX, como fue Juan Pablo II, hijo del cambio y que le heredó grandes transformaciones al mundo.

Esperamos con optimismo que el próximo “habemus Papam” sea el inicio de cambio, renovación, mayor transparencia y apertura al diálogo con el mundo por parte de la Iglesia católica que hoy emblemáticamente reclama el papa Benedicto XVI, quizás su renuncia y denuncias, resulten en el mayor legado de su papado.