La primera naturalista costarricense

Amparo López-Calleja despertó un profundo interés por la historia natural de nuestro país

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Amparo López-Calleja Basulto, nace en Nuevitas, provincia de Camaguey, Cuba, el 7 de agosto de 1870. Su padre Francisco López-Calleja Pereira, cubano, hijo de Juan López-Calleja Menéndez-San Pedro y de María Isabel Pereira Falcón, asturianos que migraron a la isla de Cuba a principios del siglo XIX9. Tuvo dos hermanos mayores por parte de madre, Aurelio y Alfredo.

Francisco, junto con su hermano Manuel, lucharon por la independencia de Cuba contra el imperio español, durante, la que se conoció como la Guerra Grande (1868-1978). Manuel fue reconocido en Cuba, como uno de sus héroes y mártires históricos. José Martí en uno de sus escritos hizo alusión a Francisco, cuando afirmó “Allá del lado Atlántico por el río Matina, los plátanos son tan altos como la palma real, y es un cubano, que dio su sangre a Cuba, quien creía en la tierra amiga el platanal mejor”.

Exilio. Amparo tuvo que abandonar su país natal, a los tres años de edad, ya que la vida de la niña estaba en peligro, era el principio de la guerra de independencia en Cuba. Junto a sus hermanos y José Encarnación, un afrodecendiente que trabajó en las fincas de los López-Calleja, partió rumbo a Jamaica. De Jamaica viajó a Panamá, luego a Puntarenas y vivió por un tiempo en la ciudad de Alajuela. Sus hermanos, Aurelio y Alfredo, montaron una panadería en esa ciudad con la ayuda de Osbaldo Odio Boix, cubano, santiaguero. Esta es la razón por la cual, las familias López-Calleja y Odio han tenido una relación de amistad de muchos años, es especial entre mi padre Ricardo Quesada López-Calleja, Julieta Odio Cooper, su hija Margarita Carazo Odio y, en materia de garantías ambientales, entre Rodrigo Carazo Odio y el que suscribe.

Es educada en Costa Rica, Cuba y se graduó en las escuelas de alta cocina de Boston, Estados Unidos. Regresa a Costa Rica en 1893 y se casa con José Cástulo Zeledón Porras, el 8 de mayo de 1895. Trabajó junto a su esposo en la Botica Francesa, la cual tuvo problemas financieros en 1920. Sin embargo, Aurelio, el hermano mayor de Amparo, volvió a Cuba y logró recuperar las fincas que los españoles les habían confiscado. Con el dinero que vendió las fincas, salvó La Botica Francesa.

José realiza un viaje a Italia con su esposa y sobrinas, Adelia y Hortensia López-Calleja Fuentes. José muere sorpresivamente en Turín, el 16 de julio de 1923, por lo que Amparo tuvo que asumir la conducción de la Botica Francesa y continuar el trabajo de su esposo, en la junta directiva del Museo Nacional. Presidió la Gota de Leche, institución creada para remediar los problemas económicos a niños pobres y la Casa del Refugio, asilo de niñas huérfanas e institución donde se enseñaba a las mujeres actividades para obtener un ingreso.

Durante tres oportunidades propuso la creación del Hospital de Niños. La primera vez lo intentó con su esposo José, para lo que asignaron un capital y establecieron procedimientos para la administración del hospital. El intento fracasó por egoísmo de un sector que no comprendió la trascendencia del proyecto.

Participó activamente y convirtió su casa en cuartel general contra la dictadura de los Tinoco. Víctor Quesada Carvajal, conoció a Hortensia López-Calleja Fuentes, abuelos paternos, en aquel particular momento en la historia patria. Amparo continuó la lucha, a pesar de haber sufrido vejámenes y pérdida de su capital. Una vez concluido el enfrentamiento contra los hermanos Tinoco Granados, se le quiso reconocer su ayuda y compromiso. Amparo solo tuvo una frase “Se salvó el país, eso es todo”.

Pasión por la ciencia. Se involucró intensamente en actividades científicas, junto a su esposo José C. Zeledón, colectando aves y plantas, en particular las orquídeas. Amparo despertó un profundo interés por la historia natural de nuestro país y de Centroamérica. Su pasión por la biología le mereció reconocimiento en los Estados Unidos y en Europa, razón por la cual se convierte en pionera del naturalismo en Costa Rica.

Financió a botánicos como, Adolfo Tonduz (suizo) y a Carlos Wercklé (francés), quienes colectaron más 20.000 especímenes para el Herbario Nacional. Amparo envió al orquidiólogo alemán Rodolfo Schlechter una cantidad considerable de esos especímenes que colectó Werklé y que fueron recibidos por el botánico entre 1921 y 1923, los que fueron descritos como Orchidaceae Amparoanae en su obra Additamenta ad Orchideologiam Costaricensem. Schlechter en reconocimiento a López-Calleja, bautizó a una de esas orquídeas con el nombre de Amparoa costaricensis Schltr.

La especie de Amparoa costaricensis, fue modificada a beloglossa por su relación con los géneros Odontoglossum. Sin embargo, estudios genéticos recientes demostraron que el género Amparoa no podía separarse del género Rhynconstele, por lo que la especie es conocida hoy bajo el nombre Rhynchostele beloglossa. A pesar de este cambio en la taxonomía, todavía existen algunos especímenes que conservan el nombre de esta extraordinaria mujer. Su casa fue el mejor aviario y jardín botánico de Costa Rica y de Centroamerica.

Desilusionada de la situación política de Costa Rica, partió a Honduras, donde murió, el 20 de abril de 1951, hace sesenta años.